Se decía que “todos los caminos llevan a Roma”. Pero cualquier camino no es válido para llegar a la meta. Siempre hay que escoger el mejor. Aquel que hace llegar más rápido y con menos esfuerzo.
Todos tenemos sueños, o metas. Países, ciudades, instituciones, empresas, familias, personas. Pero, pocos pueden alcanzarlas, sea porque eran muy idealistas, irreales, o porque no existió fuerza y convicción.
Hay líderes que logran aglutinar millones de personas alrededor de un ideal vendido de manera abstracta, sin embargo, la frustración aparece cuando la meta no era consistente con el tiempo prometido y los esfuerzos requeridos. Toda ruta debe responder a una meta realista, un puerto de llegada posible. Y es responsabilidad de los líderes asegurar que esto se cumpla en tiempo y sacrificio justos.
Liderazgo no es una cuestión de estilo, tampoco de parecer el que mejor habla o el que tiene la agenda más llena. Se trata de proveer un sueño, definir una ruta, comunicar, medir los avances, lograr resultados, y garantizar la sostenibilidad.
Un sueño es una meta compartida, una visión de un estado futuro, comunitario o individual. A veces se prometen generalidades que la gente compra, sin pensar en detalles importantes que la mayoría no está dispuesta a aceptar. La visión no puede carecer de una descripción razonablemente detallada. Este sueño no se puede ir descubriendo con el pasar de los años, solo puede mejorarse, pero no revelarse con el tiempo. Líderes que ocultan las verdaderas implicaciones o intenciones, terminan mal. Aquellos que pueden describir un estado futuro de bienestar explicando cómo sería la vida en esa situación nueva, con suficiente detalle, tienen más credibilidad durante la travesía, lo cual es importante.
La ruta es tan importante como el destino. Debe ser compartida, marcando los hitos, y dando señales de los avances.
Comunicar la ruta entonces es fundamental, pero al hacerlo, los líderes deben asegurarse de energizar a las personas con la visión y los logros del camino. La calidad de la comunicación efectiva es proporcional a la sencillez y simplicidad. Menos palabras es mejor. Políticos que viven en discursos de campaña, o gerentes que solo hablan y analizan, cansan hasta perder apoyo. En una estrategia, cuando se ha podido explicarla en menos de un minuto, o con tres o cuatro pilares, se ha tenido más éxito.
Avanzar y saber medir los resultados es fundamental para dar la sensación de logro.
Para llegar a la meta, primero hay que saber que se ha llegado, y por otro lado, que nada nos hará retroceder, solo avanzar. Esto se llama sostenibilidad y dependerá si lo que se ha logrado no tiene heridos en el camino que puedan revertirlo. Por eso, los fines nunca justifican los medios.