Advertencia: yo soy de izquierda, considero que el Estado debe asegurar un mínimo de dignidad para las personas (salud, educación de calidad…). Ya no hay el menor debate sobre el decreciente rendimiento marginal de la economía de las personas; mientras más dinero tiene una persona, cada dólar adicional no aporta significativamente a un mayor bienestar. Inversamente, mientras menos tiene una persona, cada dólar adicional marca una gran diferencia. Es por esto que quienes más tienen deben tener mayor deber de contribuir para asegurar esa dignidad. Y, considero que uno de los problemas más grandes en Latinoamérica es la brecha de ingresos entre ricos y pobres, y la absurda concentración de capital en pocas manos. Esto quiebra el sistema democrático, genera resentimientos, abusos, rompe la cohesión social, entre otros males.
Pero lo estúpido, lo verdaderamente estúpido – y lo que una gran parte de la izquierda latinoamericana no se da cuenta – es pensar que el modelo Robin Hood es una mínima alternativa. Aliarse con los bandidos, apoyarse en la violencia para subvertir el imperio del capital. Esa es la apuesta más torpe imaginable, y desgraciadamente vivimos sus consecuencias.
Ya no puede haber dudas sobre el involucramiento del Gobierno de Venezuela con guerrillas y narcotráfico. No se necesitan más indicios, no se necesitan más reportes, se puede investigar el alcance del apoyo mutuo; pero la alianza ya no es cuestionable. En este país los narcos financiaron la campaña de Alianza País del 2008.
No tengo mayor esperanza que el criminal de Rafael Correa lea este editorial. Yo creo que está demasiado obnubilado ya, está perdido. Pero si tuviera un chance de volver a hablar con él, le diría que su elección dicotómica fue la peor. Si él pensó que la delincuencia o el dar poder a grupos irregulares era un mal menor frente a los efectos negativos del capitalismo, erró totalmente. Ahora estamos experimentando las consecuencias