La integración latinoamericana tiene 62 años de vida azarosa. Comenzó a imagen y semejanza de la Comunidad Económica Europea (CEE), creada en 1957 y recreada como Unión Europea (UE) en 1993 con nuevos instrumentos de política como el Euro. En América Latina, mediante el Tratado de Montevideo, nace en 1960 lo que pretende ser una Zona de Libre Comercio, pero no logra resolver los problemas de la asimetría con Argentina, Brasil y México como si hizo la UE con sus países menos ricos. Por esta razón estructural surge en 1969 el Grupo Andino con pretensiones de ser una unión aduanera e ínfulas de contar con instrumentos supranacionales al estilo de la Comisión de la UE.
Se trataba de hacer una integración industrial programada para corregir los perjuicios de los términos de intercambio internacional, establecer normas comunes de tratamiento a la inversión extranjera y conformar una Unión Aduanera entre Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Mas este país salió en 1976 por incompatibilidad con la política de Pinochet. A su vez, Venezuela entra en 1973 con su mercado potente pero por razones políticas también sale en 2006, produciendo una inestabilidad esterilizante.
Es que las empresas transnacionales vieron que el Grupo Andino podía afectar a la repartición de mercados a su conveniencia, a sus consecuentes prácticas oligopólicas y por ello presionaron a los gobiernos para abolir las normas supranacionales que eran contestatarias a la libertad económica asumida por el Consenso de Washington. Entonces modificaron el Tratado de Cartagena eliminando a la Junta Tripartita que proponía esquemas supranacionales de integración, que implicaban sacrificios iniciales con recompensas en el mediano plazo.
Si no se hace nada para recrear proseguirá la volatilidad política sin concesiones entre gobiernos populistas de izquierda y derecha que minimizarán los compromisos intra andinos. Pero en el marco de la Alianza del Pacífico se pueden hacer compromisos sobre comercio digital, teletrabajo remoto, tratamiento a las criptomonedas y modernización de los trámites, precautelando que las empresas transnacionales no utilicen su poder de mercado para instalar empresas productivas con precios concertados que perjudiquen al consumidor. Esperemos que la Alianza del Pacífico, que subsume al Grupo Andino, no se congele por influencia de las políticas de México y Perú y que el Ecuador no sacrifique los aranceles a los automotores a cambio de pocas perspectivas comerciales.
Pero se deben mantener los compromisos de la Zona de Libre Comercio andina, que si bien facilita la movilidad de bienes y personas ha sido penetrada por el narcotráfico, lo que impide una logística interna ágil y segura. Pero lo bueno que se ha hecho en este medio siglo debemos conservar para precautelar las exportaciones de bienes manufacturados del Ecuador a Perú y Colombia, pero también desechar lo inútil como el Parlamento Andino.