Cada año entre 2009 y 2021, el sector público tuvo un déficit. En otras palabras, el gobierno (entendido en un sentido amplio) tuvo más gastos que ingresos. En el 2022 hubo, por primera vez en 14 años, un superávit; sólo en ese año el sector público tuvo menos gastos que ingresos. ¿Razón suficiente para bajar impuestos?
Varias veces, los déficits fueron enormes. Por ejemplo, en 2014 fue de 8.400 millones de dólares, mientras que en 2016 superó los 10.000 millones. En 2022, el superávit, ese único y exótico superávit, fue de nueve millones. Nueve contra 10.000 u 8.400. No nueve mil. Nueve. ¿Razón suficiente para bajar impuestos?
Para sumar los déficits que tuvimos entre 2009 y 2021 hay que ajustarlos por inflación. Si se convierte los déficits de esos años a dólares actuales, se llega a la impresionante suma de 65.000 millones de dólares actuales. Parecería para algunos que los nueve millones de superávit del año pasado son un contrapeso significativo a esos 65.000 millones de déficits acumulados.
En el año 2009, antes de este período de déficits año tras año, la deuda pública del Ecuador era de 10.000 millones. El año pasado superó los 75.000. Se multiplicó por 7,5 veces, creció en 65.000 millones.
Y sí, el aumento de la deuda se parece a los déficits acumulados. Y no es por casualidad, sino porque los déficits se cubren con deuda.
Los déficits existen porque los ingresos son bajos, porque los gastos son altos o por ambas cosas. Tal vez debería bajarse el gasto. Pero el gasto en 2022, ajustado por inflación, ya fue un 14% más bajo que en 2014. Y cada vez que se lo quiere bajar más, alguien arma una huelga o enjuicia al ministro. También podría bajarse el gasto en subsidios a los combustibles, pero eso es imposible en este país.
Entonces, la solución es volver a vivir en el Ecuador de los déficits. Ya habrá generaciones futuras que paguen las cuentas de hoy. Razón suficiente para bajar impuestos.