Un medio que, pretendiendo emular a Bernstein y Woodward del The Washington Post en la investigación del escándalo Watergate, publica una reportaje en el cual, a diferencia de lo que lograron aquellos cuando encontraron “la pistola humeante”, no se ha podido demostrar ninguna responsabilidad del Presidente Lasso en los delitos supuestamente cometidos.
Una mayoría legislativa compuesta por mediocres y golpistas que han encontrado en ese flojo reportaje la herramienta perfecta para lograr un objetivo que los venía motivando desde el primer día: deponer al Presidente y, de la mano, lograr la impunidad de su líder, prófugo por corrupción.
Un “líder” indígena, antidemócrata confeso, que, sin que haya sido elegido por nadie, cree que puede decidir sobre quien gobierna y quien no y dar órdenes de cómo deben decidir las instituciones del país.
Una mayoría dentro de la Corte Constitucional que ha obviado en su fallo la columna vertebral de un Estado de Derecho: el debido proceso, como bien ha evidenciado la Jueza Carmen Corral en su voto salvado. Jueces que olvidaron el más importante de los papeles de un tribunal de este tipo: velar por la democracia.
Y, finalmente, un gobierno que no ha podido reaccionar adecuadamente a los embates en contra de la democracia que empezaron desde su inicio y que ha cometido varios errores en su gestión, como pusimos en evidencia quienes aparecimos en un reciente video en que se le llamaba la atención al gobierno, pero que también convocaba a defender la democracia.
Todos estos actores, unos por vanidad (tener la cabeza de un presidente como trofeo); otros por sus motivaciones personales, delincuenciales o francamente antidemocráticas; y, otros, por no entender su papel dentro del juego democrático, se han juntado para clavarle un nuevo puñal al corazón de la democracia ecuatoriana, del que será bastante difícil que se recupere, lo que probablemente ponga a nuestro país en manos de los narcoautoritarios, que ya se estarán frotando las manos.