Lenin Moreno se tomó su tiempo. Comenzó con gabinete heredado del correísmo, con muy pocos nombramientos propios, entre los que destacó Pablo Campana, quien rompió la unidad empresarial que prefería otras opciones y apoyó a Moreno. Con el colectivo ProponLE liderado por Campana, el candidato Moreno acordó una política económica favorable al mercado, lo que muchos escépticos consideraron era un acto de cinismo.
En el gabinete inicial, Campana y el Ministro de Hidrocarburos Carlos Pérez, quien hizo carrera como ejecutivo petrolero, eran lunares. Para colmos el Ministerio de Comercio Exterior estaba subordinado a la Cancillería, opuesta a cualquier apertura comercial que no fuera con países contestatarios de los EE.UU. Campana tenía las manos atadas.
En su segundo año, Moreno remozó el gabinete. Entró a Economía Richard Martínez, hasta entonces presidente de la Cámara de Industrias y Producción, y posteriormente a Agricultura Xavier Lazo, importante empresario agroexportador. A Trabajo fue Andrés Madero, abogado de experiencia en lo laboral. A la Cancillería, José Valencia, embajador de carrera. Campana amplió su ministerio para incluir Industrias, Pesca y Acuacultura. Finalmente, Moreno escogió a un joven y bien preparado empresario, Otto Sonnenholzner, como su tercer vicepresidente.
Con estos movimientos, el Presidente armó un gabinete coherente, y de lujo, para afrontar el enorme desafío de la mesa no servida. Lenin cumplió con ProponLE. La presencia de tanto ministro de empuje necesariamente crea pugnas en el gabinete. Es de esperar, e incluso deseable, que así sea, pues cada uno tiene una agenda y busca que se la priorice. Le toca al Presidente dirimir y limar asperezas.
Hoy renuncia Campana. Estuvo armando el proyecto Ley de Fomento Productivo 2, que reformaría la normativa para el sector productivo: industria, agricultura, mercado de valores. Lo normal es que Campana hubiera esperado a que se lo envíe a la Asamblea, poner todo su esfuerzo para conseguir su aprobación. Y una vez logrado, renunciar. Pero se va antes. ¿Significa que perdió prioridad su proyecto? Puede ser, porque hay otros. La ley que dota de cierta autonomía al Banco Central, dándole incluso un directorio en que los ministros de Estado estarían en minoría. La reforma laboral, que el gobierno decidió priorizar ante la caída del empleo.
¿Tienen que ir por separado? ¿Por qué no se las incorporó a la Ley Productiva 2? ¿Puede ir la laboral como de urgencia económica?
Hay otra ley más, la reforma tributaria, que iría en el último trimestre para que entre en vigencia con el nuevo año. No hay cupo para tantas leyes urgentes ante que toque enviar la tributaria. Muchos proyectos, pero transcurre el tiempo y ninguno se concreta.
¿Hay pugna? ¿Indecisión?