Los candidatos a la presidencia de la república han cumplido con la tarea que dispone el Código de la Democracia y han presentado sus respectivos planes de trabajo, que serán puestos en ejecución, de ganar las próximas elecciones. Aunque no se encuentra una clara separación frente a lo que significa un Plan de Desarrollo, se trataría de especificación de actividades que se acometerán en todo los órdenes relacionados con el ejercicio de la Función Ejecutiva por parte del presidente de la república, como Jefe de Estado y de Gobierno y responsable de la administración pública. (Artículo 141 de la Constitución de la República).
Un plan de trabajo –si es elaborado con la capacidad, conocimiento, rigor y responsabilidad del equipo que acompañará al candidato en la gestión gubernamental-.permitirá que los electores, al aceptarlo con su voto, asuman la responsabilidad de las consecuencias que pueda causar en el país.
El conocimiento profundo de la realidad actual del país, sus problemas fundamentales y sus causas debe ser el sostén del rigor del plan. Las soluciones planteadas deben identificarse por sus prioridades, es decir detectar lo que se debe enfrentar de manera urgente e importante. A ello se sumará la viabilidad económica, política y social que hagan posible la ejecución de las acciones y de las reformas jurídicas necesarias. Una de las más serias falencias de las ofertas electorales son las promesas generosas, demagógicas, sin sustento ni fundamento pero efectivas para agradar o engañar al pueblo, que busca redentores frente a sus graves insatisfacciones.
La lectura de los planes de trabajo presentados se volvió tediosa y frustrante. Con frases repetitivas, lugares comunes, difícilmente se puede encontrar una posición clara, con impronta propia, sobre el plan de gobierno que los candidatos ofrecen. No se propone un proyecto nacional, aún de validez para un período corto de gobierno, en donde brille una posición convincente, sólida, resultante de una ideología inconfundible que permita un pronunciamiento sin dudas del electorado. Y tampoco se diseña una estrategia que permita tender puentes para el diálogo y el consenso de los diferentes sectores para rescatar al país del estancamiento económico y de la crisis social.
Pese a que la planificación se agotó en el país a raíz de la embestida neoliberal, con el mercado como antítesis de los planes y con la mercantilización de la política, se esperaba que los candidatos entusiasmen a los electores con pocas ideas fuerza que reflejen las columnas que sostienen su plan de acción, antes que un derroche de acciones sin orientación a los objetivos prioritarios.