Hay que ser compresivos y tolerantes con el léxico presidencial. Aceptar lo que siente y como lo expresa. No hay lugar a resentimientos de parte de los miembros del gabinete a quienes, a pesar del esfuerzo en sus respectivas gestiones, no se los ha enaltecido con el apelativo de que también son “pesos pesados “. Deben comprender los postergados que se quiso expresar su confianza en la experiencia y valentía de los generales en retiro que lo demostraron cuando la patria les demandó su sacrificio en el campo de batalla.
También hay que ser cautos con el uso del término “mano dura “que puede ser usual en las dictaduras, pero no en un gobierno que se rige por la constitución y las leyes. Una enorme diferencia con las prácticas que se ejercían en los centros especiales de detención de los gobiernos del cono sur de la década de 1970 en los que algunas veces los detenidos terminaban en el lecho de los ríos.
En el contexto de acciones de los nuevos jefes hay que determinar tareas concretas; de lo contrario de puede producir un paralelismo contraproducente entre la estructura de la fuerza pública y los mandos especiales o pesados. Para tal efecto hay que precisar que los nuevos tengan tareas concretas de inteligencia .
En este ámbito una primera labor estratégica es identificar los parámetros que diferencias el crimen común con forma delictivas que sacuden el orden mundial. Un segundo es que hay que considerar res el uso genérico de la de la nominación de “terrorista” que no es aplicables a todo crimen: por contrario al asemejarlos se garantiza el encubrimiento. Al terrorismo tiene dos variables: un origen ideológico y político; luego, el ataque a probación civil para provocar pánico colectivo. Son experiencias que se derriban de lo que sucedió en Indochina y Argelia.
Finalmente, respecto a las expresiones del primer mandatario, hay que recordad la explicación que dio Oswaldo Hurtado cuando empezaba sus confrontaciones con el roldosismo; “Algunas veces las palabras se van más allá de los conceptos.