Es necesario elevar el nivel de criticidad en toda la población ecuatoriana para liberarnos de falsos líderes. En el siglo XX gran parte del pueblo no era tan fanático en favor de los que estaban en el poder. A los gobernantes se les decía que eran neoliberales y se los mantenía distantes del apoyo popular. El pueblo no se dejaba dominar por los discursos de los gobernantes.
A comienzos del siglo XXI, surgieron personas que aspiraban al poder con un discurso antineoliberal. Se autodenominaron socialistas del siglo XXI. Se autodenominaron revolucionarios. Este discurso parecía reivindicar las aspiraciones de la mayoría de la población. Con este ropaje llegaron al poder. Usaron la comunicación como instrumento de propaganda. Hicieron algunas obras, principalmente aquellas que no cuestan mucho pero que son visibles como puentes y carreteras. Con esto lograron ganarse la simpatía de una parte de la población a la cual la fanatizaron cooptando a varios líderes populares.
Al pueblo distribuyeron humo como el de la ciudadanía universal, el ecologismo, etc. Esta camarilla logró desinstitucionalizar al estado. Pretendió perpetuarse en el poder ocultando la corrupción. Crearon un nuevo poder del Estado, el Consejo de participación ciudadana y control social. Este organismo mediante concurso fraudulentos designó fiscales, jueces, contralor, etc., afines a ellos que legitimaron la corrupción.
Ahora que el pueblo, ante tanta corrupción, comienza a despertarse de la droga del supuesto socialismo, pretenden nuevamente engañar al pueblo con el discurso de que son “perseguidos políticos”. La liberación de este nuevo engaño solo será posible si hay maduración política en la mayoría de la población. Es necesario comprender que el poder durante mucho tiempo en manos de una camarilla termina por corromperse. El socialismo del siglo XXI, en la práctica, ha terminado por ser otra cara del mismo neoliberalismo al servicio de las transnacionales.