El actual manoseo perjudicial de la reciente resolución emitida por la Corte Constitucional ratificando la legalidad del acceso de adolescentes a información y métodos de salud sexual y reproductiva es posible también gracias a un actor inesperado: el periodismo. Corrijo: el mal periodismo.
En esta profesión hay un principio básico, que no se está enseñando o se enseña tan mal (ni en universidades ni en redacciones) que para muchos reporteros es como si no existiera, cuando es la piedra angular del oficio. Ese principio se puede graficar así: Si alguien dice que está lloviendo y otra persona dice que no está lloviendo, no se trata de citar a ambas fuentes sino de asomarse a la ventana y verificar si llueve o no.
Empantanados en el periodismo de declaraciones, sobre todo común en televisión y radio –con excepciones–, reporteros nóveles y duchos no salen de la práctica peligrosa de prender micrófonos o grabadoras para que toda persona que quiera decir algo sobre un hecho lo haga. En principio, concedamos que todos tenemos derecho a dar nuestra opinión, y es obligación del periodista contrastar con datos esas opiniones. Parece misión imposible. ¿Con quién será de hablar?
Por ejemplo, el lunes pasado, un noticiero, volvía a reportar sobre la resolución de la Corte, pero ahora con opiniones de dos entendidas. Una –que se presentaba como psicóloga– decía que era una decisión inadecuada porque a un adolescente no se le pueden dar todo tipo de libertades (¿?). La otra, decía que los jueces solo habían ratificado los derechos que la Constitución otorga a todos.
No se trata de tomar partido por una u otra posición, sino de comprobar o contrastar cada declaración. ¿Es cierto que en países donde los adolescentes tienen acceso a métodos anticonceptivos esa política pública perjudica a la sociedad? Y la contextualización también es fundamental: situación del embarazo adolescente en el país, como mínimo. No hacerlo es dejar en Babia al espectador u oyente que no tiene un criterio formado al respecto.
Hasta ‘googleando’ se llega a estos datos. En Ecuador, según una nota publicada en este Diario hace poco, “en promedio, seis niñas menores de 14 años se convierten en madres diariamente”. En Uruguay, donde el Ministerio de Salud lanzó en 2016 una app para celulares llamada el Gurú del Sexo para que los adolescentes pudieran informarse sobre salud reproductiva, la edad promedio de iniciación en relaciones sexuales para las mujeres es de 16,4 años. Y allí la tasa de madres adolescentes es del 9,5%, mientras en Ecuador era del 17% según datos del 2010.
Si no quieren verificar lo que dicen las fuentes y eso les lleva a enturbiar la comprensión o confundir a la opinión pública sobre temas cruciales, bien harían muchos periodistas en quedase callados. Se verían más bonitos.