I. Vivimos los efectos del debilitamiento jurídico auspiciado por el socialismo del S XXI; la salida de la base de Manta que ha generado soberana apertura al narcotráfico -fuente principal de la inseguridad-, sin radares y con pista de uso exclusivo, fruto del despilfarro socialista; sumado a fronteras abiertas, entre otros. Ante la pasividad del sistema, las bandas se toman cárceles, calles, provincias e instituciones, poco falta el país entero. II. Singapur seguro y próspero país, donde la corrupción y delincuencia han sido enfrentadas sin contemplaciones con mano dura. El Salvador, en el que su presidente con tono autoritario ha logrado algo que parecía imposible, arrinconar a las maras que tenían secuestrado al país. Sin ir muy lejos, L. Febres Cordero tuvo el acierto de con firmeza combatir la guerrilla. III. La seguridad no solo precisa medidas cuantitativas de más elementos apagando incendios, sino acciones cualitativas que ataquen a las causas (narcotráfico y pobreza), inteligentemente canalizadas como políticas de Estado y no solamente de gobierno. La regulada tenencia y porte de armas, pudiera generar relativa seguridad, pero implica riesgo legal; sin embargo, hay que tener claro que, la seguridad y uso de la fuerza es responsabilidad y competencia del Estado, no de los ciudadanos, a quienes corresponde prevención y prudencia y no la defensa violenta, salvo casos extremos como la legítima defensa “personal”. La tibieza gubernamental y condescendencia judicial, no funciona, tiene sentido entonces reconocer que hay una suerte de “casus belli” o estado de guerra que amerita intervención militar; sancionar a los criminales jueces y fiscales que liberan o no acusan a delincuentes; prelación DDHH de ciudadanos y fuerza pública vs delincuentes; ampliar legítima defensa; firme uso progresivo de la fuerza; restricción ingreso de personas y control de drogas en fronteras; jueces probos sin rostro que operen vía telemática; analizar considerar terrorista a determinada delincuencia, etc; es decir activar la legítima defensa “social y territorial”. El liderazgo firme, duro y disciplinario, tiene costo, pero habría demostrado ser eficaz a la hora de combatir – o por lo menos espantar – a la delincuencia y recuperar la tranquilidad… “El que perdona al lobo, sacrifica la oveja” N. Bukele.