Estos días de enero, he recogido multitud de títulos, períodos o frases escritos por periodistas del diario español El País, que dan lugar a interpretaciones a menudo opuestas a lo que el lector intuye que el escribidor quiso decir. Mal escritos, por falta o sobra de una coma, por un complemento situado donde no debe ir, disonantes, cacofónicos, denotan el descuido de algunos colaboradores del diario español más leído en la red: catorce millones de navegantes deberían significar para El País exigencia de mayor cuidado y precisión.
Algunos títulos o frases encontrados: “Una abogada intenta obligar a Trump a admitir abusos sexuales ante el juez”. Aquí se nos dice, literalmente, que Trump cometió abusos sexuales ante un juez. (Si así hubiera sido, conste mi pesar por el magistrado: el señor Trump debe ser aún más repelente en circunstancias como la que el articulista o el periódico le atribuyen). El titulito debió decir: “Una abogada intenta obligar a Trump a admitir, ante un juez, abusos sexuales”.
O “Una abogada intenta obligar a Trump a admitir abusos sexuales, ante un juez. Deseamos de corazón, a la abogada, que triunfe en su causa.
“Al menos 27 congresistas no atenderán la ceremonia tras las críticas del republicano al icono John Lewi”. Esta horrible traducción del inglés, emplea ‘atender’ en lugar de ‘asistir’. ¿No hay correctores en El País?
La señora Cospedal afirmó, sobre la tragedia del Yak-42 en Turquía: “los contratos del vuelo nunca han estado en el ministerio, pero los vamos a intentar encontrar”. “Vamos a intentar encontrarlos” es expresión eufónica de una promesa justa.
En una noticia relativa a Eça de Queiroz: “No hay un novelista que se haya reído tan libremente como el portugués del beaterío católico”…
¡Cuántas tonterías nos hacen decir las comas faltantes!: ¿el portugués Eça de Queiroz perteneció al beaterío católico? No, sin duda.
Escribamos, entonces: “No hay un novelista que se haya reído tan libremente como el portugués, del beaterío católico”. O mejor: “No hay novelista que se haya reído tan libremente del beaterío católico, como el portugués”.
Este rótulo muestra cómo, en la mítica Rusia, basta una multa de 500 euros para pegar a una mujer: “Se permiten golpes con moratones por 500 euros”. Si los moratones cuestan 500 euros, ¿los golpes sin morados serán más baratos? Ojalá moratones, moretones, morados o cardenales tan costosos, disuadan a maltratadores avaros, como Putin.
Se ponen dos puntos en lugares impensables, pero los que trae esta advertencia sobre la ‘conectividad’ baten el récord: “Basta encender el ordenador o el teléfono para quedar atrapado, es decir: expuesto”. ¡Pobres dos puntos, abusados en estas y otras formas frecuentes. Vayan unas muestras aborígenes: “Corremos a diario con: Juan y Gonzalo”. “Se escribe mucho sobre la educación en: América Central y América del Sur.
“Los rótulos aludidos fueron labrados por: los ponedores de titulares de El País”. Y yo, siguiendo esta nueva pauta, escribiré: Susana Cordero de: Espinosa. Quizá se entienda mejor.
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