La crisis económica y la factura por el excesivo gasto público les tiene alterados. Desafían y arremeten contra militares, civiles y hoy a quienes contribuyen con su trabajo para atender el cáncer y las enfermedades catastróficas, tarea que constitucionalmente le corresponde al Estado. Porque reclaman respetuosamente la entrega de recursos para seguir atendiendo a los enfermos les responden con acusaciones y hasta intentan deslegitimar el excelente trabajo que cumplen.
Cuando se conoce de cerca durante décadas la atención que brindan los hospitales de Solca se puede testimoniar su trabajo serio y responsable, en medio de casos humanos dramáticos, a veces irreversibles. Contrasta con otros hospitales públicos y de la seguridad social, que no tienen esta especialidad y por eso derivan pacientes. En los segundos, hace poco se conocía de casos, incluso ex fanáticos y hasta hace poco funcionarios públicos, que no podían acceder a parches de morfina para calmar en algo el dolor por el cáncer porque se acabaron o se cuentan con excelentes equipos, pero les falta algún químico o reactivos y, por tanto, no funcionan con normalidad.
En época de la mayor bonanza petrolera que ha disfrutado este Régimen se eliminó el aporte del 0,5% que se hacía en transacciones bancarias y que recibía Solca. Como había grandes recursos para el gasto, se ofreció cubrir algo similar, aunque año tras año crecía la demanda y la necesidad de nuevos equipos. El problema se veía venir y se advirtió a tiempo para que se restableciera el aporte. Pero los desembolsos se incumplen.
Llegaron la crisis y la escasez de recursos. Y como a muchos
sectores, también con Solca se atrasan los pagos. Pero en el caso de enfermedades catastróficas y hasta terminales no se puede esperar. Apremian las necesidades, pese al manejo riguroso y responsable que se hace en Solca Quito, que abarca las unidades médicas del hospital de esta capital pero también de Ambato, Riobamba, Ibarra, Santo Domingo.
Según el general (r) Solón Espinosa, que preside Solca Quito, la construcción de clínicas oncológicas en Ibarra y Santo Domingo, el reemplazo de aceleradores lineales y la adquisición de nueva tecnología se han suspendido por el atraso del Estado, por USD 130 millones. Solca recibe a pacientes derivados de la red pública de salud (promedio mensual de 2 800 pacientes) y se acumulan las deudas.
Frente a estas palabras de un hombre que contribuye por décadas en la lucha contra el cáncer, la respuesta oficial es la misma bravuconada de siempre, que intenta deslegitimar los justos reclamos porque daña aún más la imagen del régimen. Quieren tapar la crisis que se profundiza y que se evidencia en el retraso de los pagos a proveedores y contratistas, la cancelación impuntual de sueldos, las deudas a los organismos seccionales y hoy afecta a un sector fundamental de la salud, que atiende las enfermedades catastróficas.
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