Nunca imaginé destinar este espacio para escribir de una perra asesina, pero creo que en Ecuador, y gran parte del mundo, se están trastocando valores, principios, derechos. Se está creando una cultura en que es más importante un animal que un ser humano. Defender a una perra asesina en perjuicio de un niño muerto en las fauces de un animal, es una barbaridad. Hacer todo un escándalo por la posibilidad de sacrificar a una perra asesina, es olvidarse de los seres humanos, de la inocencia de un niño de 2 años cuya vida terminó al ser atacado por una perra que ahora resulta tiene gente que la defiende cuando esas personas deberían salir a llorar la desaparición de un niño, y acompañar en el dolor a sus padres.
Sostienen que hay que defender y proteger los derechos del animal, para que estos no sean vulnerados. Y los derechos hechos trizas del “guagua”, ¿quién los defiende y repara? ¿Por qué los mismos que fueron a gritar en defensa de la perra asesina, no reclamaron por los derechos del fallecido como consecuencia del ataque de este animal? ¿Acaso el niño de 2 años muerto por una perra, no tenía un futuro que pudo haber sido importante para la patria?
Se designó a un Defensor Público para la perra asesina. Se preocuparon que el animal de raza pitbull tenga un empleado público que la defienda. Ciertas personas y burócratas no son tan diligentes cuando se trata de nombrar un Defensor Público de gente de raza mestiza, indígena, afrodescendiente. Seamos consecuentes y no perdamos las proporciones: se defiende de inmediato a un animal, pero un ser humano puede esperar. Como coloquialmente se dice en la Sierra ecuatoriana “ahí que se estese”.
La Agencia Metropolitana de Control del comportamiento de animales, luego de los análisis respectivos, llegó a la conclusión de que la perra asesina “tiene un altísimo grado de agresividad”. Se ha justificado la conducta del animal, señalando que recibió maltratos cuando era cachorra. En defensa de ese can también se podría argüir que su agresividad se debe a que sus dueños le hacían oír las sabatinas. Justificaciones siempre habrá.
La Ordenanza 48 expedida por el Concejo Metropolitano de Quito, que regula la tenencia de la fauna urbana (no solo la que pulula en el Centro Histórico de la capital de los ecuatorianos), determina en qué casos es factible aplicar la eutanasia para animales, disponiendo que es posible cuando estos sean “potencialmente peligrosos”, o “declarados como perros peligrosos” (artículo 16, letras c) y d)). Son perros peligrosos los que hubiesen “atacado a una o varias personas causando un daños físico grave” (artículo 45, letra a).
Esa perra asesina, en cumplimiento de la Ordenanza 48, debe ser sacrificada antes que mate a otra persona, o sea nominada para candidata a algo.