El Ecuador ha sido un país de paz, de solidaridad, de apertura, a pesar de estar en medio de dos países vecinos que sufrieran durante décadas los ataques violentos de la subversión, la guerrilla y los grupos armados, que dejaron saldos lamentables de muerte y destrucción. Colombia y Perú soportaron los embates de los grupos irregulares, que sembraron terror y miedo entre sus ciudadanos y dejaron saldos lamentables y luego añoraron la paz.
En vísperas de Navidad, los ecuatorianos tenemos que reflexionar, abrir los ojos y estar conscientes que el país dejó de ser ese país de paz, a pesar de la existencia de gente buena, pero que –hay que reconocerlo- no se ha preocupado de los destinos del país. Ha mirado los toros de lejos y no ha querido ser parte de la solución de los problemas.
De eso se han aprovechado los aventureros del poder, los populistas que venden ilusiones, los demagogos que engañan a la gente, que predican la honestidad y las manos limpias y que resultaron lo contrario. Crearon una organización delincuencial desde el poder. Los hechos y los juicios lo han demostrado aunque traten de engatusar con juego de palabras que denigran al que disiente, al que lo califican de enemigo. Esa es la regla de los dirigentes farsantes. Lo grave es que quienes disfrutaron del poder pensaron que era eterno y que no podían abandonarlo o creyeron que dejaban títeres para luego retornar con el hambre inicial y eso les falló, lo que les transformó en motores de la desestabilización.
El país dejó de ser la isla de paz y los errores cometidos por la miopía y ceguera de las élites y de las autoridades frente a la realidad regional de inseguridad y las amenazas de los modelos políticos que han fracasado en la región pasan factura. Cierto es que hay un caldo de cultivo frente a los problemas no resueltos, las profundas inequidades, sectores sociales e indígenas no atendidos por décadas, la pobreza que repunta, la falta de empleo y la crisis económica que fueron capitalizados durante los hechos de octubre pasado y que se evidenciaron también en otros países.
Lo grave es que se ha retomado la lucha para llegar al poder a través de las armas, aunque sean artesanales pero también hay la incertidumbre sobre el destino de miles de fusiles que llegaron al país sin que haya pedido FF.AA. Ese no es el camino correcto, pero hay una agenda oculta que se impulsa en este sentido. ¿ Dónde están los comités de la revolución que patrocinaban y cómo influyen las ideas del Foro de Sao Paulo? Hay que entender a profundidad los problemas y conflictos derivados de la inseguridad, que promueven la violencia, frente a lo cual se necesita que haya una conciencia social y colectiva sobre estas amenazas. El crimen organizado y el narco terrorismo inciden en la sociedad contemporánea y amenazan la paz social.