El riesgo país no cayó gracias a Guillermo Lasso. Cayó porque los votantes ecuatorianos lo eligieron como presidente. Y las dos cosas son bastante distintas.
No sólo que Guillermo Lasso existía en este mundo mucho antes de que caiga el riesgo país, sino que ya había sido candidato a la presidencia varias veces. La gran diferencia esta vez es que los votantes lo escogieron a él.
Y eso muestra una notable madurez política de los electores, tanto por lo que escogieron como por lo que rechazaron. Porque el elegido llegó al poder con una campaña de propuestas que podrían calificarse como sensatas, pero que no eran especialmente cautivadoras. El hecho de elegir a alguien así significa que los votantes fueron más allá de la simple apariencia y priorizaron los contenidos.
Y también es relevante qué rechazaron los votantes, porque el perdedor de la segunda vuelta era el prototipo del candidato con propuestas vacías, pero muy atractivas, fáciles de explicar, sencillas de vender y que no requerían más que de una frase que podía colocarse en una valla o un mensaje en redes sociales.
El hecho de que los votantes rechacen una opción como esa y elijan otra mucho menos atractiva pero con más condumio habla bien de los que fueron a las urnas el 11 de abril.
En la ciudad de Quito, el triunfo de Lasso fue apabullante y este articulista se niega a creer que ese triunfo se debió simplemente a una buena campaña de tik tok o a un interesante concepto de encuentro, menos aún a uno o dos brillantes estrategas de campaña.
No, tres cuartos de los quiteños no pueden ser tan fáciles de influenciar. Ahí hay algo más y quisiera creer que es una actitud diferente de los votantes ante las ofertas de campaña, o sea, un cambio estructural de los votantes.
Porque en todas las parroquias de la capital el resultado de la segunda vuelta fue un triunfo de Lasso, es decir, los ricos, la clase media y los pobres, todos votaron por ese candidato.
Quizás hubo una dosis de orgullo en los votantes, orgullo de no “dejarse comprar el voto” por una oferta de USD 1 000 en la primera semana de gobierno, quizás hay un agotamiento de la población de ver que el que más ofrece menos cumple, pero el hecho final es que el candidato ganador obtuvo la mayoría de votos incluso en parroquias con limitado acceso a las redes sociales. Y quizás el agotamiento es con la corrupción ligada con el anterior gobierno.
El hecho final es que cuando un país elige gobernantes sensatos, a veces hasta aburridos, pero con propuestas serias, el país entero se ve como más confiable, como menos riesgoso y, por lo tanto, merecedor de una mejor calificación de riesgo país. Ojalá los votantes sean igualmente juiciosos en las próximas dos elecciones presidenciales.