Todo indica que el país está entrando en una etapa de deflación moderada. Mientras siga siendo moderada, eso es positivo porque implica más oportunidades que riesgos. Además, el dólar se está devaluando en el mundo, algo que debería aportar a la competitividad de nuestros productos.
La inflación se mide por de la variación del costo de la canasta familiar promedio. Esa canasta (que no tiene nada que ver con la ridícula “canasta básica”), incluye los precios de 359 productos y los pondera en función del consumo en una familia típica.
Y el valor de la canasta familiar promedio casi no ha cambiado desde junio de 2016, o sea, desde hace cuatro años y un mes. Para ser más exactos, ha caído en 0,4%, lo que equivale a decir que la inflación acumulada entre junio 2016 y julio 2020 es de -0,4%.
Pero dentro de esta estabilidad de precios, en los últimos meses se nota una tendencia algo más marcada hacia la baja. Desde abril, el IPC (que se mueve exactamente igual que el valor de la canasta promedio) ha caído cerca de 1,5% y ya se ve una caída en la comparación anual, o sea, ya se puede hablar de una deflación.
Una deflación moderada puede ser positiva para un país porque lo vuelve más competitivo. En otras palabras, nuestros costos pueden bajar algo, haciendo un poco menos costosas nuestras exportaciones. Mientras tanto, nuestros principales socios comerciales han tenido inflaciones bajas, pero positivas. En el mismo período en el que nuestro índice de precios cayó en ese 0,4%, en Colombia, Chile, Perú y Estados Unidos acumularon inflaciones de 13%, 10%, 9% y 8%, respectivamente. Visto desde la otra orilla, por el lado de los precios, el Ecuador ganó esos porcentajes de competitividad frente a cada país (obviamente, a todo esto hay que ajustarlo por cada tipo de cambio).
El gran peligro de una deflación es que sea lo suficientemente alta como para desincentivar el consumo (¿para qué comprar algo si va a estar más barato en un par de meses?) o la producción (¿para qué comprar insumos, si mi producto final va a venderse más barato cuando esté terminado?). El otro peligro es que cuando los precios caen, incluso cuando todo se ajusta hacia abajo, lo único que no cae es el monto de las deudas, lo que complica el pago de las cuotas con los bancos (o con cualquier acreedor).
Pero mientras se mantenga en niveles moderados y no desincentive ni el consumo ni la producción y mientras no distorsione el pago de deudas, la caída del nivel general de precios puede ser positiva para el país.
Finalmente, algunas monedas como el peso colombiano, el peso chileno y el euro se están fortaleciendo frente al dólar ayudándonos, desde afuera, a ser más competitivos. Ojalá esto dure y lo sepamos aprovechar.