“Ecuador y el mundo están atravesando una crisis económica impredecible. Pero la más profunda crisis es la falta de suficientes referentes éticos (…). Ecuador es uno de los países con menos confianza interpersonal de América Latina (…) En términos éticos, corrupción es todo aquello que pretenda decir: yo por encima de la ley, yo por encima de la norma, yo por encima del otro”.
Quizás sí se imagina, lector, de quién son estas palabras. Fueron pronunciadas el 22 de julio por María Alejandra Muñoz, en su posesión como cuarta vicepresidenta de la República, un cargo signado por la mala pata en este período. Y seguramente, lector, usted estaba -y está- de acuerdo con lo que dijo: corrupción es sentirse por encima del otro.
Esta técnica que ha trabajado silenciosamente con tres gobiernos, también prefirió el sigilo sobre su viaje a Europa. Había participado ya en varios foros mundiales telemáticamente. Pero decidió ir a España para asegurar un convenio que se firmará en Ecuador en tres semanas, con la Clínica Universidad de Navarra. Permitirá derivar a los pacientes para trasplantes, becas para médicos y enfermeras y asistencia a la investigación científica.
Además, dicen las informaciones, Muñoz puso las bases para otro convenio con el Hospital La Paz de Madrid. Pero uno se sorprende cuando lee que hace dos meses se firmó un acuerdo entre el Hospital San Juan de Dios de Barcelona y el Ministerio de Salud, para profesionalizar la atención de niños en oncología, la investigación de enfermedades raras, la innovación y atención integral al entorno del enfermo. Muñoz suscribió como testigo de honor. ¿Por qué necesitaba viajar ahora?
Y después de España, Italia, con una agenda con el Programa Mundial de Alimentos, para terminar en los Países Bajos; y, lo más llamativo, la escala en El Vaticano para visitar con su familia al Papa. ¿Es tan fácil conseguir una audiencia si uno no es alto funcionario? ¿Eso no es ponerse por encima del otro? No se trata de juzgar las creencias de Muñoz, que deben respetarse dentro de un estado con libertad de culto, sino del uso del poder que estaría haciendo para un tema de su fuero personal.
Uno se pregunta si Francisco fue el verdadero motivo. El Canciller defendió la visita al Papa por la “intensa relación” del país con la sede de la Iglesia Católica. Para él, el objetivo central del viaje fue crear estructuras y suscribir acuerdos para beneficio de niños con dolencias extremas. Juzga que la Vicepresidenta “más bien se ha jugado su vida -como todos quienes van a Europa- para una causa muy noble” y cree que el viaje de los familiares de Muñoz no fue pagado por el Estado.
Hay mucha gente que se juega la vida por razones más reales y pierde. Hay gente que sueña con reunirse con su líder espiritual y no puede. Y hay otra gente que no supera la vieja verdad de que “quien carece, presume”.