Posverdades

Eso que no sabemos si es verdad o mentira, invención u ocurrencia, si lo dice la ciencia o lo damos por cierto porque aparece en google o en youtube es lo que llaman la posverdad. Como dice Jorge Volpi, el escritor mexicano en Una novela criminal: “si la posverdad existe tendríamos que imaginarla no como el ámbito donde los poderosos mienten, y ni siquiera mienten de modo sistemático, sino aquel donde sus mentiras ya no incomodan a nadie y la distinción entre verdad y mentira se torna irrelevante”. En definitiva, solo sabemos que no sabemos ni siquiera sabemos si es verdad o mentira aquello que está frente a nuestros ojos o que sabíamos.

Los rumores, las fantasías, las teorías conspiratorias, se riegan más rápido que la velocidad de la luz. Que si el chip de Bill Gates que vendrá con la vacuna gringa o en chip de Putín en la vacuna rusa; que si la tecnología 5G es la causante del covid; que si las medicinas milagrosas que toman Trump o Bolsonaro; que si el cloro y el clorito o nos curan o nos enferman; que la prueba PCR no es prueba sino que ahí mismo nos están matando para acabar con la sobrepoblación mundial. Sumen a toda esa la confusión y al miedo, como consecuencia de la pandemia, las marchas negacionistas que promueven lo mismo los neonazis en Alemania que Miguel Bosé en España o que la pareja Ortega-Murillo de Nicaragua. La absoluta desconfianza en el poder y en las instituciones del siglo XXI es suficiente pare creer en cualquier cosa.

De la política ecuatoriana tampoco sabemos si lo que dicen que es, verdaderamente es. Igual que en Una novela criminal de Volpi (que, por cierto, se parece a muchas novelas criminales ecuatorianas), no sabemos si en verdad detuvieron a Bucaram, si el operativo de arresto fue real o montaje de ficción. Tampoco sabemos si es noticia falsa el binomio Arauz-Correa o si es producto de nuestra retorcida imaginación. Ni sabemos si el cura Tuárez es verdaderamente cura o si Lasso fue culpable del feriado bancario. Ni tampoco si las venganzas y traiciones Moreno-Correa, Correa-Moreno, son ciertas o no. Las mentiras dichas mil veces, se vuelven parte de la posverdad.

La posverdad consiste en hacernos dudar de lo más obvio. Por ejemplo, en la audiencia sobre el derrame de abril en el río Napo las autoridades quieren convencer a los abogados de los afectados, que el derrame no ocurrió, que la cascada de San Rafael permanece intacta. Y los abogados deben gastar sus cartuchos en mostrarles el cambio del cauce del río Coca y la implosión, de lo que hay fotos, mapas, registros, en lugar de gastarlos en demostrar las afectaciones que la falta de previsión ha causado. Total, ya no sabemos si lo que pasó, pasó, o si nos estamos volviendo locos.