El crecimiento económico del país en el segundo trimestre de este año fue el mejor que se ha registrado desde el 2015 en términos anuales.
Ya van tres trimestres consecutivos de crecimiento positivo y ascendente, lo cual es una buena señal, aunque es necesario señalar que la economía recién está recuperando los niveles alcanzados hace dos años, luego de lo cual entró en una crisis desencadenada por los menores precios del petróleo en el mercado mundial.
El desempeño entre abril y junio de este año recogió el efecto de las elecciones presidenciales, cuyo resultado generó mayor certidumbre entre los agentes económicos. Lo anterior se tradujo en una mayor demanda de crédito, que se había mantenido estancado pese a que los depósitos en la banca venían creciendo de manera sostenida.
La inyección de recursos del Gobierno a través del gasto público, financiado con deuda, influyó en el aumento de los depósitos y créditos. A fines de mayo, el actual Gobierno se estrenó con una colocación de USD 2 000 millones en bonos en el mercado internacional, lo cual aumentó la liquidez.
Ahora, para saber si el crecimiento del segundo trimestre será sostenible o simplemente responde a un evento coyuntural, es necesario identificar las fuentes del crecimiento. Y el consumo de los hogares se convirtió en el motor del crecimiento en el segundo trimestre, al aumentar 5,4% en términos anuales. En esto contribuyó la eliminación de las salvaguardias y la reducción del IVA al 12%, que significó más dinero en manos de los consumidores. Las compras al extranjero aumentaron, los precios empezaron a caer y eso también incentivó el consumo.
Pero la inversión, que es otro puntal para un crecimiento sostenido, cayó 1,5% en el segundo trimestre de este año. Si bien el ritmo de la caída ha venido disminuyendo, ya van nueve trimestres consecutivos de números negativos, lo que evidencia la contracción en la inversión pública y la dificultad para que la inversión privada la compense.