Reinaldo Páez Z.

El nuevo Gobierno y la salud (2)

Los sistemas de salud exitosos han señalado los ámbitos de participación del Estado, de las instituciones de salud, de la ciudadanía y de otros actores en modelos de gestión que definen las funciones de gobernanza, rectoría y financiamiento. Lamentablemente, en nuestro país, la Constitución del 2008 contempla la existencia de dos sistemas de salud paralelos: los artículos 358 y 359 describen el mandato del SNS (Sistema Nacional de Salud) y el artículo 367 se refiere al Sistema de Seguridad Social. Para el primero plantea una financiación con las asignaciones establecidas en el presupuesto general del Estado y para el segundo, con los aportes de los asegurados y voluntarios, más una contribución del Estado para el financiamiento de las pensiones. No existe un sistema integrado, subsiste la fragmentación, circunstancia que redunda, según la OPS, en que el 40% del gasto en salud es cubierto por el bolsillo de los ecuatorianos.

En el 2012, de acuerdo al artículo 360 de la Constitución, se dio inicio a La Red Pública Integral de Salud, constituida por el Ministerio de Salud (MSP), el IESS, el ISSPOL y el ISSFA. La derivación de pacientes en la red ha sido muy limitada, por obstrucciones burocráticas y por serios inconvenientes en el cruce de cuentas para los pagos de de las atenciones efectuadas.

Otro obstáculo que subsiste, a pesar de una buena labor del actual ministro de Salud, es la inexistente adopción obligatoria de la Historia Clínica Única del Paciente, en todas las unidades médicas, con lo que se evitará la repetición de exámenes, de prescripciones y se combatirá la carencia de fármacos en las unidades de la Red.

Toda esta problemática, que puede ser resuelta con decisión y capacidad en poco tiempo, se agrava con una absurda regionalización del país. La regionalización debe unir a sectores geográficos cercanos y de fácil acceso, de condiciones ambientales comunes y con perfiles epidemiológicos similares, para que el funcionamiento de cada zona sea coherente, a diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en la Zona 1: Esmeraldas, Carchi, Imbabura y Sucumbíos, que integra una ciudad del litoral con afecciones tropicales, con dos ciudades de la altura serrana y con una de la región selvática oriental, con distintas enfermedades y además separadas por considerables distancias, con la consiguiente dificultad para elaborar programas de salubridad. ¿No sería mucho más razonable, en el ejemplo citado, crear una Zona Costa Norte que integre a provincias con características comunes como Esmeraldas, Manabí y Santo Domingo de los Sáchilas?

La impostergable y urgente necesidad de enrumbar a la salud hacia un Sistema Nacional de Salud y al “acceso universal” de los ecuatorianos a la salud, constituye un serio desafío para el nuevo gobierno que debe actuar con la premura que claman miles de enfermos. Por nuestra parte expondremos más sugerencias de personas conocedoras de este trascendental Tema.

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