SSLq Hay muchos sordos en este mundo” dice el escritor mexicano Carlos Fuentes. Yo añadiría hay muchos ciegos y mudos.
El ciudadano/a responsable debe descifrar el triunfo electoral de Rafael Correa. La mayoría del pueblo habló. Y habló fuerte. Otra parte del Ecuador asumió el mutismo. Lo sensato en este punto es escuchar con atención tanto las voces, como los silencios. Cabe pedir calma y tranquilidad. Verse al espejo. Y luego caminar.
Los perdedores tienen que asumir con valentía su derrota. La mejor manera es reconocer los errores propios y valorar los aciertos y fortalezas del ganador. Ver sus debilidades. Deberían realizar una lectura desapasionada del contexto. Intentar entender a este pueblo que tiene fuertes rezagos coloniales, patriarcales y paternalistas, pero que es pragmático, anhelante de justicia, cambio y de estabilidad. Deberían reconocer, por ejemplo, que la campaña electoral no es sino un pequeño momento de una actividad política de organización y educación cívica que debe ser permanente. Esa es la diferencia entre una maquinaria electoral y un partido político serio. A última hora, no cabe pedir el apoyo de nadie, más aún cuando se enfrenta a un Goliat inteligente, lleno de recursos, energía, tecnocracia y argucias, que trabaja con eficiencia en miles de frentes todos los días, durante años.
Para que funcione la democracia se requiere de pesos y contrapesos. Frente a un peso pesado hay que construir uno o varios de igual corpulencia. Ese es el reto de las oposiciones para los próximos años. De no, la democracia será un mito.
Los ganadores tienen que digerir el éxito. Saber que es un momento. El triunfo mal manejado enceguece y a la vuelta se transforma en fracaso. Asumir la ganancia con serenidad y humildad. Comprender que tanta confianza depositada en ellos demanda de un grado supremo de responsabilidad. Saber que la gente votó por una corriente progresista que considera está todavía en sus manos. Reconocer que con todos los poderes ya no hay pretextos. Se acabó el echar la culpa al pasado, a la “larga noche neoliberal”, a la partidocracia, a la prensa. Luego de seis años de ejercicio, los pasos tienen que ser más reflexionados, más debatidos. Menos velocidad, más profundidad. Solo esto dará sostenibilidad y legitimidad a los cambios.
Los ganadores prácticamente están jugando solos en la cancha. El tema ahora es calibrar el uso de tanto poder. Cualquier exceso puede descarrilar el tren. Ser más democráticos que nunca. No cerrarse. No practicar la sordera ni la ceguera.
En este momento triunfal vale leer a Carlos Fuentes: “¿Tengo poder por mí mismo o porque ustedes me lo dan? Sin ustedes ¿carecería de poder? ¿Los poderosos son ustedes que me confieren poder o yo, el que lo ejerce?… ¿Me atrevo a explicarme a mí mismo la razón de mi éxito?”