Se llama Alberto, de mediana edad, es mi vecino. Siempre ha sido un entusiasta ciudadano, respetuoso, no sé si deportista, pero saludable. En los últimos años lo he visto encogerse, flaquearse y ensombrecer su piel. Dicen que tiene afectado su riñón y que tiene que hacerse sesiones semanales diálisis para sobrevivir. En el más duro tiempo de pandemia, por el confinamiento y la priorización de combate al Covid, creíamos que no iba a sobrevivir. Pero por fortuna está allí, luchando por su vida.
Don Alberto debe ser uno de los miles de pacientes que pudieran tener otra expectativa de vida si la sociedad y el estado fuéramos más solidarios y eficientes, y diéramos más impulso a los programas de donación y trasplante. Según datos del Instituto Nacional de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células INDOT, hasta diciembre del 2022 existen 1.839 pacientes en lista de espera y se han efectuado hasta noviembre de este año 553 trasplantes, lo que habla de una enorme carencia de órganos y donantes para salvar estas vidas.
Aunque, según el INDOT, la tasa de donantes por millón de habitantes ha crecido de manera discreta al 4,81% por millón de habitantes, nuestras cifras están muy lejos de lo alcanzado en otros países de la región. Por esto, de manera responsable, esta institución está promoviendo una campaña permanente para fomentar en la población una “cultura de la donación” para sensibilizar a la sociedad a esta extraordinaria acción de solidaridad.
En el marco de esta campaña, el INDOT, donó a la ciudad y al barrio El Dorado, un hermoso mural concebido y pintado por la joven artista Martina Cobos “Tini”, quien recogió, de pacientes y sus familias, de donantes y personal médico, sensibilidades, sentimientos y anhelos, para plasmar en colores, líneas y gestos, el sentido de la donación, la solidaridad, la energía y la esperanza, expresado finalmente en este bien denominado “mural por la vida”. En medio de tanto conflicto y pesimismo es un gran regalo de navidad.