En estos días hemos podido admirar y escuchar a mujeres de talla nacional y mundial, unas jóvenes y otras maduras. La nueva Ñusta Andina, Karen Narváez, tiene la ilusión de dedicar su reinado a promover entre los jóvenes y niños de su comunidad, en San Pablo, Archidona, no solo el idioma sino la cultura kichwa.
Tuvimos la oportunidad de seguir los discursos de Michelle Obama y de Hillary Clinton, a propósito de la convención demócrata para la nominación de esta última como candidata presidencial, luego de imponerse al batallador Bernie Sanders. Hay que decir que también Barack Obama aprovechó la cita para mostrar que es un líder mundial absolutamente estructurado y coherente.
Volviendo a las dos grandes mujeres estadounidenses, Clinton tiene sus pecados políticos, pero nadie pone en duda su inteligencia y su visión de estadista. Eso no impidió que hiciera un discurso que tocó a la gente desde el pragmatismo, desde su experiencia familiar, desde los avatares comunes, pero con entereza y mostrando un horizonte de país.
Michelle Obama tocó las fibras íntimas de una parte de la población al hablar de Estados Unidos como un país que pese a todas las dificultades ha sido un espacio de inclusión. Un país donde las minorías han podido forjarse un futuro, y donde su propio ejemplo y el de su familia ilustran esa posibilidad. La Primera Dama estadounidense mostró también algo que parece sencillo pero que demanda mucha inteligencia: hablar para la mayoría.
Hillary Clinton y Michelle Obama ponen alta la vara a las mujeres de Estado, junto con otras personalidades de fuste como la alemana Ángela Merkel. Todas ellas, así como la recién elegida Primera Ministra del Reino Unido, nos recuerdan que, pese a la década perdida por algunas lideresas regionales del Socialismo del Siglo XXI, el gran momento para las mujeres en la política sigue vigente. A condición de que haya inteligencia, claridad de objetivos y, sobre todo, autenticidad.
Este escenario no es ajeno para el Ecuador pre-electoral. Esta semana la temperatura ha subido y vimos una vicealcaldesa en busca del protagonismo perdido; una asambleísta anunciando su autobiografía; otra asambleísta negando haber usado recursos públicos en la carnetización de AP, pese a las evidencias; otra mostrando sus dotes de cocinera y de bailarina; una pre-candidata presidencial ensayando un discurso directo a partir de su experiencia personal y profesional.
Al parecer los votantes se inclinarán por el cambio, y sería realmente bueno que ese cambio incluyera una mayor participación femenina en la política, más allá del cumplimiento de cuotas o, peor todavía, de esa vergonzosa sumisión hermanada con la prepotencia. O de las reglas de la simple mercadotecnia. Sin histrionismos, con verdad, con inteligencia, con grandeza humana.