Si la historia es el recuerdo del pasado y, en conjunto, es algo así como la conciencia de los pueblos, preciso es admitir que la sola memoria quedaría incompleta si no marchara unida a futuros proyectos concretos. La historia es como un juicio: se evalúa lo bueno y lo malo, para solo entonces, al compararlos, formular un balance justiciero y preparar nuevas acciones, que no pueden ser otras que la construcción del progreso. Los pueblos critican o condenan lo malo, para no repetirlo; celebran lo que hubo de mejor en la acción pretérita y aspiran a proyectarlo, ampliarlo y consolidarlo.
Han culminado en estos días las conmemoraciones bicentenarias de nuestras efemérides mayores: 10 de Agosto de 1809 y 2 de Agosto de 1810. Júbilo colectivo, por el estallido auroral de precursores, pioneros y próceres; dolor y plegarias, por el sacrificio ejemplar de los mártires. Los actos conmemorativos han sido multitudinarios y de fiesta: música, danzas, ballet, coreografía, teatro, etc. Y han participado todos, pueblo en especial, y Gobierno, Fuerzas Armadas, Municipio, Clero, universidades, sociedad civil en general.
No habrá sin embargo descanso hasta 2012, pues debemos celebrar el retorno de Carlos Montúfar, la Proclamación de la Independencia, la Constitución de 1812, la acción de Mons. Cuero y Caicedo “por la gracia de Dios obispo de Quito y por la voluntad de los pueblos presidente del Estado de Quito”, la heroica resistencia de esta capital reconquistada a sangre y fuego, en la cruenta batalla del Panecillo por el general Toribio Montes, enviado por el virrey de Lima Manuel Abascal, que nos apostrofó como ‘país imbécil’, etc.
Imposible reseñar todos los festejos por la celebración del Bicentenario, así como se hizo en 1922 cuando las fiestas por el Centenario de la batalla del Pichincha. En todo caso, señalemos que las celebraciones por los bicentenarios de 1809 y 1810 culminaron dignamente en estos días, pese a los siempre agrios y agitados enfrentamientos de la política. El Gobierno llamó a concurso de premios Espejo 2010 y, en sesión solemne en el Palacio de Carondelet, los entregó a sus triunfadores: Jorge Núñez, Julio Pazos (que agradeció a nombre de todos), Esperanza Cruz, Claudio Cañizares y, en representación del Ballet Folclórico Nacional Jacchigua, Rafael Camino. Excelentes y apropiados los discursos del presidente Correa y la ministra de Cultura, Érika Sylva.
El Municipio del Distrito Metropolitano de Quito recordó y honró, en la Sala Capitular de San Agustín, a los mártires sacrificados el 2 Agosto en aquel mismo escenario donde se reunió el 10 de Agosto la Primera Junta Revolucionaria que derrocó al conde Ruiz de Castilla, y que después sirvió de morgue para concentrar los cadáveres de las víctimas de la masacre. Notable discurso de Augusto Barrera Guarderas, alcalde de la Ciudad dio fin a esta ceremonia.