Tantos y enormes problemas en todos los frentes es para volver loco a cualquiera. Tener la predisposición de enfrentarlos no solo significa disponer de un talente especial hacia el sacrificio y el servicio, cualidad que la tienen los héroes y los santos, sino también mostrar capacidad para resolverlos. No sólo significa tener el valor de poner el pecho a las balas, sino disponer de la suficiente inteligencia para no dejarse matar en la primera refriega y de disponer de una estrategia y apoyo para superar las dificultades.
La consciencia de entender y asumir “Tantos problemas y en tantos frentes” vuelve admirable la decisión de quiénes quieren llegar a la presidencia para resolverlos. Sin embargo, es incomprensible la audacia de algunos de ansiar Carondelet para satisfacer sus rencores, vanidad y egolatría. Y torna detestable la obsesión de otros de ambicionar el Estado para asaltarlo y dar rienda suelta a su codicia.
A los “tantos problemas” hay que añadir otro totalmente invisibiizado, a pesar de su importancia para el destino del país. Problema ignorado: muerte lenta de las fuentes para la investigación y escritura de la historia ecuatoriana. Hablamos del desamparo y abandono de los archivos históricos.
En estos días circuló la noticia de que una importante institución de Guayaquil, el Archivo Histórico del Guayas podría quedarse sin casa. Litigios viejos pueden conducir al embargo de su domicilio poniendo en riesgo las valiosísimas colecciones que administra y protege.
El patrimonio documental no solo está en riesgo en Guayaquil. Sigue irresuelta la situación de la documentación histórica del edificio Aranjuez en Quito, y continua el desinterés del Estado y de la sociedad por el Archivo Nacional de Historia. Nadie se inmuta por la pérdida de los papeles históricos de todas las instituciones públicas que, o fueron quemados o son presa de hongos, ratas y humedad en alguna bodega abandonada.
Ahí otro tema para conocimiento y resolución de los candidatos a la presidencia.