Descalificar a un futbolista por su ideología, por sus amistades, por su aspecto físico o por su comportamiento fuera de las canchas resulta un ejercicio tan necio y banal como despreciar una obra de arte, una melodía o un libro por la antipatía que provoca su autor o compositor, por sus creencias religiosas o por la facha con la que se presenta ante el público.
Las escenas provocadas por Diego Maradona en los estadios rusos, convertido en un ser enajenado, en un despojo incapaz de articular palabras con coherencia o de mostrar algo de educación, no tienen ninguna relación con lo que fue como jugador de fútbol, y por esa misma razón, lejos de resultar graciosas o de usarlas para descalificarlo en retrospectiva, deberíamos sentir lástima porque uno de los mejores de la historia (en mi opinión, de lejos el mejor de todos), está hoy consumido por esa enfermedad brutal e implacable que es la adicción a las drogas.
Si hablamos de fútbol, no de virtudes humanas, brillantez, oratoria o concordancias ideológicas, pienso que nadie ha superado hasta hoy a Maradona.
Para los que no pudieron verlo en vivo, les recomiendo los documentales y videos que existen sobre este jugador más bien regordete y bajo, pero dueño de una magia, calidad, astucia y pundonor incomparables. Basta ver algo de ese material para comprender que fue un verdadero artista del fútbol, pero además, un luchador y un líder incuestionable en todos sus equipos.
La eterna disputa hace pocos años era si el mejor de todos los tiempos fue Pelé o Maradona.
Obviamente nunca nadie se puso de acuerdo, prevalecerá siempre en la discusión futbolera lo generacional, los patriotismos, los amores o desamores, los colores o mil otras razones.
En todo caso, si hablamos solo de fútbol creo que Maradona se llevó de la mano a Pelé por dos aspectos esenciales: magia y arte. El brasileño, un fuera de serie, fue un goleador insigne, cabeceador fantástico, veloz y efectivo, es decir un jugador portentoso, que no es lo mismo que jugar al fútbol con magia y arte.
Quizás si hablamos de magos y artistas aparezcan otros nombres en la chistera, como Zidane, Platiní, Francescolli, Zico, Redondo, Valderrama o los contemporáneos Iniesta e Isco.
Hoy, como es natural, las nuevas generaciones discuten si Messi es mejor que Cristiano o viceversa, e incluso los ponen, con gran temeridad, a uno u otro como los mejores de todos los tiempos, y, francamente, no creo que sean comparables, no al menos con Maradona por lo ya mencionado, quizás sí con Pelé y con el gordo Ronaldo por su efectividad, potencia y calidad para definir, pero en lo demás, aunque hoy los disfrutemos cada semana, ambos se encuentran a mucha distancia de Diego.
Sigamos hablando de fútbol, del jugador que ustedes prefieran, pero solo hablemos de lo que hicieron o hacen con el balón, no de su vida privada ni de sus exabruptos y bochornos, porque no somos jueces ni árbitros morales de nadie, solo somos aficionados al más bello de los deportes.