Cada vez que alguien le recuerda al Gobierno el histórico déficit actuarial del Seguro Social, la respuesta oficial es que el IESS nunca ha estado mejor, que tiene más afiliados y, por ende, más aportes. Pero no se dice que los nuevos afiliados también cuestan mucha plata y por eso aumentó el déficit actuarial.
Cuando el Gobierno eliminó el aporte fijo del 40% para pensiones, cuyo efecto natural era un aumento en el déficit actuarial, la respuesta fue que la entidad ya contaba con suficientes recursos. Lo que no se dijo fue que esos recursos solo alcanzaban para 12 años y que luego de ese período habría problemas para pagar a jubilados.
Y cuando el Gobierno dispuso que se traspasen al Biess USD 415 millones de varios fondos privados de ahorro, la respuesta
fue que era por el bien de los trabajadores, porque varios de esos fondos estaban abusando de ellos. Lo que no hicieron las autoridades fue transparentar las auditorías para ver si en esos fondos se había cometido alguna irregularidad. Al final, la respuesta fue que las auditorías no hacían falta.
Todas estas decisiones se tomaron en el 2015, un año de crisis económica y de escasez de recursos fiscales, con un Gobierno
que buscó crédito por todo lado y que quiso administrar la liquidez del sistema.
Esa situación no ha cambiado y, más bien, se ha profundizado en lo que va de este año, y las autoridades están echando mano de la liquidez de la reserva monetaria para pagar obligaciones atrasadas, ya que los créditos chinos todavía no aparecen y la recaudación tributaria volvió a caer el mes pasado.
El Banco Central tiene colocados nada menos que USD 1 881 millones en papeles del Gobierno, cuando a mediados del 2015 el entonces Gerente de la entidad aseguró que no colocaría más de 800 millones. Días más tarde
renunció y la entidad aumentó el cupo a USD
1 200 millones a finales del año. En en estos días se volvió a subir el cupo en otros 600 millones. La liquidez fiscal pasa apuros, pero el
Gobierno dirá que lo está haciendo bien.