La Asamblea Nacional logró salvar los muebles con la destitución de las dos políticas que avergonzaron a la Asamblea, al Partido y a los electores. No limpió del todo su imagen porque la mayoría de sus integrantes intentó una fórmula casi imposible al exigir 91 votos para la destitución, demostrando que no había genuina voluntad de autodepuración. Superado el problema de la Asamblea, le llegó el turno al problema chino.
El proyecto Coca Codo Sinclair, con sus siete mil fisuras, es uno de los componentes del problema chino. ¿Qué pasará si las fallas no tienen arreglo? Las empresas chinas deberán devolver los dineros invertidos y la justicia ecuatoriana deberá investigar si la mala calidad de la obra tiene que ver con los contratos con sobreprecio y determinar los responsables. El otro aspecto del problema chino tiene que ver con la deuda.
El Presupuesto del Estado nos dice que el gobierno quiere seguir gastando igual (en realidad un poco más) y puesto que los ingresos no son suficientes debe seguir acudiendo a los créditos. En la visita a China el próximo mes veremos si el gobierno ecuatoriano va a renegociar la deuda, a reclamar por las obras mal hechas, a solicitar más dinero o todo al mismo tiempo.
El dilema del gobierno es si acude a buscar dinero en el Fondo Monetario Internacional o en China. Como sabemos, el Fondo Monetario impone reglas que no son fáciles de cumplir y levanta el griterío de la izquierda; los chinos prestan sin exigir nada; solo altas tasas de interés. Los ecuatorianos expertos en economía y conocedores de los detalles de las cuentas se inclinan por el Fondo porque es crédito más barato y, probablemente, porque las exigencias de cuentas claras y el cumplimiento del programa económico son un seguro para los contribuyentes que son quienes terminan pagando los créditos y los errores.
Es fácil adivinar que los expertos que manejan el Ministerio de Finanzas preferirán acudir al Fondo Monetario porque así se obligan a hacer los ajustes necesarios y cumplir la programada reducción del déficit aunque sea gradualmente. En cambio los políticos que solo se ocupan de ofrecer subsidios y obras a cambio de un poco de popularidad, presionarán para incrementar la dependencia china. Siempre ha sido así; los profesionales de la economía saben que no se puede vivir de las deudas y el gasto, pero los políticos calculan el costo que pueden tener las medidas y frenan, retrasan o incumplen los programas.
Parece que hay otras ideas en camino, como la de vender bienes improductivos del Estado. Luce una idea magnífica si se piensa que el Estado es mal administrador, que no importa si las empresas pierden dinero, los gerentes y administradores o liquidadores nunca sueltan esa fuente de ingresos. Al vender esas empresas al sector privado, el gobierno obtiene ingresos y además deja de perder dinero. Solo hay un peligro y es que vendan los bienes públicos y el producto de la venta se destine al gasto corriente. Es un peligro que asusta.