En el Ecuador hemos perdido la decencia para participar en la política, hundidos por el sectarismo y confundiendo esta noble gestión con el lucro en el poder o con la aventura irresponsable de dirigir un país cuando no se está preparado. Pero también hay líderes ilustrados, eficaces e impolutos que pueden servirlo cuando son requeridos. Uno de ellos es Paco Moncayo, quien junto a Wagner Bravo, con inteligencia estratégica, un equipo solvente y recursos suficientes pueden enfrentar la turbulencia salvaje de bandas criminales que afectan a la seguridad de la gente.
Nos hemos acostumbrado solamente a criticar, a opinar con ligereza, dar consejos desde un escritorio sobre generalidades y superficialidades, sin participar valientemente en la acción del Estado por comodidad o indiferencia. Cuando el país se deshilacha y se aproxima al abismo en nuestra disciplina colectiva, hace falta el concurso de personas prestigiosas, que han demostrado en su vida su patriotismo y ejecutorias y que están prestos a organizar la compleja y riesgosa tarea de combatir a la delincuencia organizada.
Así entiendo la participación de Paco Moncayo para servir al país, un militar prestigioso y un demócrata cabal, que ha sabido demostrar en la vida civil que si se puede actuar con decencia política. Por esto es plausible que el Presidente Lasso haya solicitado el concurso de un personaje de la vida nacional, en un momento de extrema delicadeza social por las consecuencias severas que está sufriendo todo el país.
El Ecuador necesita revertir esta tendencia de terror no solo mediante la represión sino a base de una estrategia inteligente y una planificación acertada que se mantenga y proyecte como una política que supere los cambios de gobierno y asegure resultados medibles y en esto Paco Moncayo puede dar una gran contribución. Es el momento de serenar los ánimos, de repensar lo que se ha hecho para normalizar la vida productiva y empleadora que ahora está afectada por el nerviosismo y la debilidad política en todas las instituciones del Estado.