Cuando hay posibilidades de que algo salga mal, saldrá mal, expresa la Ley de Murphy, formulada por un ingeniero espacial de ese nombre, cuando enfrentó repetidos errores en un mismo equipo.
Se la aplica como anillo al dedo a lo que ocurre en el correísmo. La candidatura insípida de Arauz, la voz tronante de Correa amenazando castigar a medio mundo. El no haber logrado la Presidencia en la primera vuelta; el ocultamiento del caudillo en la campaña de la segunda vuelta. La pérdida el 11 de abril ante un candidato que había logrado menos del 20% de los votos en febrero. Y, en el fin de semana pasado, la implosión del acuerdo que lo creían bien atado, para, desde la Asamblea, echar abajo las sentencias condenatorias al capo y medio gabinete, y quedarse con los inmensos recursos que produjo la corrupción.
Lo que ocurrió el sábado 15 demuestra la volatilidad de los acuerdos políticos. Una oportuna corrección en el último minuto, dio al traste con largos días de reuniones, negociaciones y cinismo, que pretendieron una indigerible mayoría. Y menos tarda la descomposición del grupo, que el armarse uno nuevo con socios muy dispares. Creo, con la nueva Izquierda Democrática, más Pachakutik, anti minero, anti acuerdos comerciales, anti iniciativa privada, anti banca, anti Fondo Monetario Internacional, en fin, anti casi todo lo que sostiene Lasso, más algunos “curas sueltos” lograron la presidencia de la Asamblea con un personaje respetable, pero sorpresivo. De cualquier manera, la legislatura está organizada -bien por ello- pero a partir del próximo lunes el presidente tendrá la enorme tarea de lograr que sus nuevos aliados apoyen los ejes fundamentales de su programa, pues la negociación política incluye, por definición, ceder parte de sus aspiraciones y hacer suyos algunos postulados de sus socios.
Con una paupérrima representación en la Asamblea, Lasso tiene plena conciencia de lo difícil que le resultará lograr que al menos 70 diputados den paso a los ajustes legislativos urgentes que requiere el país para ponerlo en marcha. Tiene también conciencia de las grandes expectativas que ha generado su gobierno y de la poca racionalidad con la que actúan muchos grupos sociales, que no conocen, o no quieren reconocer, las grandes dificultades del ejercicio del poder. La vacunación de 9 millones de ciudadanos en los primeros 100 días, será una prueba de fuego. Obtener los cuantiosos recursos para financiar el déficit fiscal de este año es otro desafío inmediato. Reestructurar decenas de ministerios y órganos estatales que traslapan responsabilidades o que no cumplen función positiva alguna, habrá que hacerlo hasta no más tarde de septiembre.
La ciudadanía debe comprensión y cooperación al nuevo gobierno. Y desearle “buen viento y buena mar” al presidente Lasso.