Ley antimonopolio

Uno de los temas que genera preocupación en el sector empresarial y buena parte de la opinión pública tiene que ver con el proyecto de la Ley Antimonopolio, en discusión en la Asamblea.

A la ya difícil situación que tiene el país, la ausencia plena del régimen de derecho, la inexistencia de una adecuada política económica y de incentivos que promuevan las actividades productivas, se ha sumado un factor perturbador: la ley antimonopolio.

Los prejuicios ideológicos, más que los criterios académicos y técnicos vuelven a imperar. En su lógica centralizadora, el gobierno quiere imponer una ley que en lugar de fomentar el desarrollo de las actividades productivas tenderá a debilitarlas.

Un aspecto que preocupa es que a través de esta ley el gobierno central tenga facultades para incidir directamente sobre las actividades productivas a costa de que una determinada actividad se esté volviendo monopólica.

El problema del país no tanto el monopolio sino la ausencia de condiciones favorables para hacer libre empresa y generación de empleo. Si se trata de regular la actividad, el gobierno podría recurrir más bien en crear incentivos dirigidos a ciertos sectores, disminuir aranceles, etc.

Si uno de los objetivos de esta ley es buscar la justicia distributiva, eso se logrará reforzando la capacidad de control del gobierno sobre los actores económicos.

La sociedad humana es una comunidad distributiva. Los hombres se asocian a fin de compartir, dividir e intercambiar. El papel del Estado debería ser de regulador, más no de control. El Estado democrático, en términos generales, se basa en la importancia de la división de poderes y funciones, la racionalización y control del poder, la legalidad y legitimidad de los gobernantes y que se conciba a la Constitución como elemento de ordenación y articulación.

El tema de la justicia social o justicia distributiva guarda relación con el ser y el hacer con la producción, consumo, identidad, estatus, etc. Ideologías y configuraciones políticas distintas justifican y hacen valer diversas formas de distribuir la pertenencia, el poder, honor… Pero, queda claro, que eso es desde la ideología y no desde un criterio técnico.

Es cierto que no es lo mejor pero ha sido un los mecanismos importantes para la distribución de los bienes sociales, pero no es hoy, un sistema distributivo completo.

Creo que la intención de aprobar una ley antimonopolio va a ser contraproducente para el país. Si la finalidad es frenar los abusos que genera el mercado, debería pensarse en otras alternativas.

No existe una vía de acceso única a este mundo de ideologías y procedimientos distributivos. Eso no se logra con el actual proyecto de Ley.

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