Ecuador se enfrenta al desafío de repensar y renovar la comunicación gubernamental, sistema que a todas luces necesita un replanteo integral.
Lenin Moreno tiene un tono discursivo y un estilo comunicacional diferente al de Rafael Correa. Pero, por cierto, eso no implica en forma alguna que no tenga la necesidad de salir a comunicar –preferentemente en el ‘prime time’- sus acciones de gobierno, para edificar consensos y construir legitimidad.
No debe perderse de vista, en este contexto, que un Presidente tiene que dar a conocer sus decisiones y sus fundamentos a los ciudadanos, que son sus mandantes.
El gobierno de la Revolución Ciudadana emitió en total 519 Enlaces Ciudadanos, semanales, desde diversos puntos del país. Cuando el Presidente no podía estar presente, lo reemplazaba su Vice. El propio Moreno presidió de hecho varias veces las sabatinas.
Es necesario que un nuevo sistema de comunicación acompañe la nueva coyuntura política y el cambio de estilo que gran parte de los ecuatorianos eligieron en las urnas. Una coyuntura que demanda la búsqueda de consensos básicos y entendimiento de todos.
El hecho de que un Presidente recorra el país para tener un contacto directo –no mediado- con los ciudadanos es sin dudas sumamente positivo. Que articule en un mismo espacio comunicativo las distintas áreas que conforman al gobierno nacional, que haga anuncios que considere importantes más allá de los temas de la agenda mediática, que pueda argumentar y confrontar “su verdad” frente a las “verdades” de sus adversarios, todo coadyuva a la vitalidad democrática.
Ahora bien, desde una mirada más cercana a la comunicación política pero también a las necesidades ciudadanas, 3 horas y media de transmisión semanales parecen ser un tanto excesivas para el objetivo de transmitir efectivamente los actos de gobierno.
Pero la reforma del sistema de comunicación no debe ser sólo consecuencia del cambio de gobierno y los lógicos reacomodos en función de los liderazgos, sino también de los cambios de paradigma en el mundo de la comunicación y las transformaciones en la política que ello trae aparejado. Hoy, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ofrecen enormes potencialidades para generar un vínculo más dinámico y horizontal entre gobernantes y ciudadanos. En tiempos en donde prima cada vez más la imagen por sobre los contenidos, en que la atención de las audiencias es cada vez más exigua, quizás sea conveniente un reajuste para hacer esta comunicación más efectiva.
Lo importante, en definitiva, es garantizar la publicidad de los actos de gobierno y el pleno ejercicio del derecho a la información, profundizando al mismo tiempo la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos.