Una vez superada la peligrosa ablación del tumor maligno -a la Asamblea me refiero, en Houston no hubo tumor- Lasso se concentra en su legado, sea no candidato: lo sabremos muy pronto. Él ve estos 8 meses hasta noviembre 30 sin Asamblea obstruccionista como de oportunidad única para optimizar el marco normativo de la economía, que aumente la inversión, genere empleo y que los ecuatorianos mejoremos nuestro nivel de vida. El paradigma es Clemente Yerovi. Por su labor como presidente interino entre marzo y noviembre de 1966 a Don Clemente se lo considera uno de los mejores presidentes del siglo XX.
Parte de esa agenda es lo que consta en los proyectos de ley que la Asamblea negó y los que la Corte Constitucional desechó: la ley de zonas francas, ya que las Zedes de Correa no atrajeron inversión, y se busca promover inversión para la exportación de servicios y bienes no tradicionales. Ese decreto-ley ya está en la Corte Constitucional. Vendrán decretos para modernizar la legislación del sector financiero, del mercado de valores y una ley de quiebras. También la autorización para vender bahías y zonas de playa hoy concesionadas: la venta traería fuertes ingresos fiscales, y las camaroneras ganarían propiedad de tierras donde han hecho importantes inversiones. Quizá Lasso no insista en una nueva ley de alianzas público-privadas y opte por trabajar con la legislación vigente pero mejor reglamentada. Ya vendrán otros decretos, todo depende de la agilidad con que la Corte Constitucional los tramite.
La Corte tiene que decidir sobre si un decreto es económico y urgente. Los mencionados indiscutiblemente son económicos. ¿Y urgentes? Ahí está la bolita. Se entiende que para Lasso y muchos más es urgente reparar el andamiaje normativo de la economía. Pero quizá no lo es para la mayoría de la Corte, de marcado sesgo anti-empresarial. Ya vemos el primer indicio: frena el proyecto de reducción de impuestos.
¿Será la Corte -y no la Asamblea- la tumba del legado del presidente Lasso?