Agustín Eusse A.
En Iraq y Afganistán la paz seguirá siendo efímera
Al igual que en Afganistán, el presidente estadounidense, Joe Biden, acaba de confirmar que las tropas de combate de Estados Unidos dejarán Iraq a final de año. El mandatario y el primer ministro iraquí, Mustafa al-Kadhimi, sellaron ayer en la Casa Blanca un acuerdo que pone término formalmente a la misión estadounidense en Iraq, más de 18 años después del envío de militares al país asiático de Oriente Medio.
De esta manera, junto con la retirada de las últimas fuerzas estadounidenses en Afganistán a fines de agosto, el presidente demócrata cierra las misiones de combate estadounidenses en las dos guerras que el entonces presidente George W. Bush inició.
En marzo de 2003 una coalición liderada por Estados Unidos invadió Iraq acusando que el gobierno del entonces líder iraquí Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva. Saddam fue derrocado del poder, pero nunca se encontraron las armas. En los últimos años, la misión estadounidense estuvo concentrada en ayudar a derrotar a los militantes del Estado Islámico (EI) en Iraq y Siria. En este último país Washington tiene desplegados 900 militares.
Biden no especificó el número de efectivos que se quedarán en Iraq para continuar la lucha contra el EI y para hacer frente a las milicias chiíes aliadas con Teherán que, en los últimos meses, han incrementado sus ataques contra tropas estadounidenses. Actualmente, hay unos 2 500 soldados estadounidenses en Iraq, lejos de los 170 000 que había en 2007 después de la invasión. Aparte de Estados Unidos, Irán es el otro gran aliado del Gobierno iraquí y sus simpatizantes chiíes en Iraq han estado presionando al primer ministro iraquí para que consiga la retirada de todas las tropas extranjeras. Biden, aunque ha subrayado su compromiso en la lucha contra el terrorismo, también ha dejado clara su intención de restar atención a Oriente Medio para poder centrarse en el desafío que supone China en prácticamente todos los terrenos, militar, comercial o tecnológico. Esa estrategia de fondo y, muy especialmente, la asunción de que ya no quedaban muchas mejoras que esperar, explican también la retirada de las tropas de Afganistán, que se completará el 31 de agosto.
Sin embargo, la sensación en Washington es que nada puede evitar el inminente desastre: Afganistán volverá a caer en manos de la guerrilla talibán una vez culmine la retirada de las tropas estadounidenses. Eso, a pesar de que Estados Unidos ha sacrificado la vida de 2 452 de sus soldados en el conflicto más largo de su historia, además de los 43 mil civiles muertos de un total de 150 mil. El costo para las arcas de EE.UU. de esta guerra ha sido de más de 800 000 millones de dólares. No es una decisión políticamente gratuita. El repliegue tiene consecuencias directas en la población afgana, en una situación de extrema fragilidad ante los talibanes, que han reconquistado territorios a punta de bala.
Lo cierto y lamentable es que Afganistán no ha conocido la paz desde hace cuatro décadas y ha padecido guerras desde la invasión soviética en 1979.