La definición de inteligencia: “cualidad mental que consiste en la habilidad de aprender de la experiencia, resolver problemas y usar el conocimiento para adaptarse a nuevas situaciones” es apropiada para el actual reto de adaptación que enfrentamos. Pasajera como puede ser una pandemia, sus alcances y tiempos nos son desconocidos, y esa incertidumbre causa desazón. Pensar en forma constructiva en un contexto incierto requiere de inteligencia.
A nivel de los hogares, esa forma constructiva de enfrentar la cuarentena es establecer nuevas rutinas, pues ayudan a tener una sensación de normalidad. Esto se ha comprobado con niños que atravesaron situaciones de guerra o desastre, o tuvieron que migrar. Retomar un horario de estudios, ejercicios físicos, juego y apoyo en el hogar, devuelve un orden y un sentido de propósito que ayuda a enfrentar de mejor manera la incertidumbre.
La capacidad de adaptación de las niñas y niños es grande, lo cual es positivo para las familias. Es importante que pueden expresarse y sientan que sus opiniones son tomadas en cuenta.
A nivel de país, el contagio ha golpeado al Ecuador con más intensidad que otros países de la región, y lo ha hecho en momentos de por sí complejos de crisis económica, y ahora falta de exportaciones petroleras.
Han comenzado esfuerzos, de gobiernos y sectores privados, para enfrentar la situación alimentaria además de la crisis sanitaria, y también para dar apoyo económico para familias en situación más vulnerable (Registro Social). Mucho más será necesario. El cálculo oficial sitúa las nuevas necesidades para paliar la emergencia en USD 4.500 millones.
A más de su población (mestiza, indígena y afroecuatoriana), el Ecuador tiene el más alto número de refugiados reconocidos de América Latina y El Caribe, en su mayoría colombianos. Además, como el resto del continente, alberga a miles de familias venezolanas obligadas a dejar su país por situaciones de extrema carencia. Según Iván Darío González, en Venezuela la carencia de medicinas alcanza el 88%, los servicios de rayos X y tomografía están fuera de servicio en 90%, la mortalidad infantil habría crecido en 30% y la mortalidad materna en 65% (Migration Policy Institute, abril 2020).
Hoy las naciones desarrolladas también sufren por la pandemia. Los acreedores tienen numerosos casos que reconsiderar. Los donantes humanitarios reciben más pedidos entre los cuales discernir para repartir recursos escasos. En el Ecuador viven 360.000 personas venezolanas. Aunque su número sea menor (cinco veces menos que los 1.7 millones de Colombia y medio millón menos que los 860.000 de Perú), como todos los países que albergan a refugiados y migrantes forzados, el Ecuador debe recibir asistencia internacional para apoyar una respuesta inteligente que cubra al más amplio espectro de población, más aún en tiempos de pandemia y crisis económica.