Uno de los rasgos de Imbabura es el desarrollo del turismo. Muchas personas y familias de diversos niveles sociales viven de esa actividad. Se ha dado un significativo crecimiento económico, acompañado de mejores servicios, como las comunicaciones, pero no se ha logrado avances en la distribución económica. Hay más concentración de la riqueza; una gran proporción de imbabureños viven bajo la línea de pobreza, en el desempleo y la migración forzada. Esas son las grandes tareas pendientes, que deben enfrentarse con un compromiso con la organización social y el cambio socioeconómico radical. Pero el turismo seguirá siendo un elemento importante de la provincia.
Imbabura tiene innumerables atracciones turísticas. La más conocida es la “ruta de las lagunas”, que pasa por San Pablo a Otavalo con su mercado mundialmente famoso, avanza a Cotacachi y su laguna Cuicocha, a Atuntaqui y su feria textil y San Antonio de Ibarra con su oferta de arte de calidad. Más al norte, lleva a la ciudad de Ibarra y Yahuarcocha, la legendaria laguna con su autódromo y sus recursos de deportes acuáticos. En la otra vía del sur está el hermoso camino a La Esperanza, Angochagua y Zuleta.
Al norte de Ibarra está el Valle del Chota, que conserva las tradiciones afroandinas de la fiesta y la comida. En el mismo sector está el balneario de aguas termales de Chachimbiro y las tierras cálidas y secas de Ambuquí, famosas por sus estancias terapéuticas. En la provincia hay turismo comunitario o turismo ecológico a las reservas naturales. Un pequeño sector del antiguo ferrocarril hace recorridos turísticos.
Las rutas turísticas de Imbabura están servidas hosterías y paraderos, entre ellos haciendas tradicionales restauradas. La oferta de alojamiento es muy diversa, desde hoteles de lujo, hasta sitios para “mochileros”. También en la comida hay enorme variedad. Desde restaurantes muy sofisticados, hasta los puestos de comida típica en el borde de las carreteras. Hay mucho que ver y hacer en Imbabura.