La posibilidad de asistir a la universidad es una de las mayores ilusiones de los jóvenes ecuatorianos. Sin embargo, al igual que sucede en el presente, la educación superior ha estado históricamente limitada por determinaciones sociales como la etnia, la clase o el género. En el caso de las mujeres, ha sido un largo bregar que ha requerido de valentía y varias generaciones para consolidarse.
Así lo evidencia la exposición ‘Irruptoras’, que la Universidad Central mantiene abierta al público hasta diciembre de este año. Si bien su motivo inicial fue la celebración del centenario de graduación de Matilde Hidalgo como primera doctora en medicina, la propuesta desbordó ese nombre singular para dar cabida a una pluralidad de mujeres que poblaron las aulas y lucharon por la igualdad de oportunidades.
La muestra, basada en tres núcleos temporales, da cuenta de que hasta mediados del siglo XX, las mujeres accedían únicamente a carreras consideradas ‘femeninas’, como enfermería y la farmacéutica, bajo estrictas normas de control del comportamiento, y llegaban apenas al 16% del total de estudiantes.
El segundo momento, referido a las décadas de los 60 y 70, evidencia la ampliación de las posibilidades de estudio hacia las ciencias, duras y sociales, así como la vinculación a la militancia política, si bien de forma subordinada, momento en que el nivel de matriculación correspondía a la tercera parte del alumnado.
El núcleo final se refiere al lapso 1980-1999, cuando las estudiantes se decidieron por opciones políticas como el feminismo y criticaron a las instituciones sociales, al tiempo que la universidad pública era sometida a una campaña de desprestigio, por intereses políticos y económicos.
La fuerza de la exposición es que proviene de una indagación colectiva, realizada a lo largo de dos años, cuyo resultado son las imágenes, objetos y textos históricos que desde las inquietudes del presente dan cuenta de agentes sociales que habían sido ignorados.