Sabemos que los libros asumen perspectivas, muchas veces antagónicas, y que no pocos historiadores, desde Herodoto y Tucídides hasta hoy, han tomado sesgos, tergiversado y fabulado escenas históricas en donde la evidencia no existe, para sostener posiciones políticas o nacionales. Entiéndase que la regulación y la “cientificidad“ de las disciplinas históricas, mediadas desde hace siglos por la Academia, dificultan pero no imposibilitan la manipulación de los hechos históricos.
Valga como ejemplo (y espero que alguna furia ultranacionalista no busque mi linchamiento): los libros oficiales de historia para colegios y aun universidades del Perú y Ecuador abundan en mapas, cifras, datos y documentos amparando sus derechos limítrofes, con la misma aparente solidez histórica, aunque argumenten en sentido contrario.
Pensemos también, apenas como otro ejemplo, que desde los terrenos de la ideología hay quienes “demuestran“ que el triunfo sobre el nazismo en el siglo pasado corrió bien a cargo de los Estados Unidos o bien del Ejército Rojo, minimizando la contribución del contrario. La verdad es que los esfuerzos fueron concertados y la ausencia de cualquiera de los principales aliados hubiese terminado en el triunfo del nazismo.
Todo aquello que sabemos de la humanidad antes del nacimiento de la escritura es particularmente interpretativo y nuestra cultura está construida sobre un buen número de hechos fidedignos, pero también de falsedades o torcimientos de la verdad. No obstante, no se puede hablar de una “falsa cultura”; en el análisis de lo sincrónico, lo que hay es lo que es, y no es falso, en la medida que nuestros criterios de lo verdadero nos signan y nos construyen.
Hoy los investigadores nos dicen que el Partenón y sus esculturas, que las conocimos blancas o entre níveas y grises, fueron en realidad pintadas con colores exultantes, colorinches, casi kitch. Yo las veré siempre como me acostumbré, blancas e impolutas, construidas en la piedra y con mármol imponente y definitivo, con sus refracciones casi metafísicas de luz.