En un mundo cada vez más consciente del cambio climático, la búsqueda de fuentes de energía limpias y sostenibles nunca ha sido más urgente. Entre las muchas soluciones propuestas, una que ha ganado mucha atención recientemente es el hidrógeno verde. Pero, ¿qué es exactamente el hidrógeno verde y es realmente la solución energética que promete ser?
El hidrógeno verde es hidrógeno producido a través de la electrólisis del agua, un proceso que divide las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno. Para algunos lectores esto les sonará a un proceso para hacer cocteles hípster, pero en realidad es algo que se viene haciendo desde el siglo 19 y es un proceso común. Lo que hace que el hidrógeno sea “verde” es que la electricidad utilizada en este proceso proviene de fuentes renovables, como la energía solar, hidrotérmica o eólica.
Suena genial, ¿verdad? Pero, como suele ser el caso con las cosas que suenan demasiado buenas para ser verdad, hay algunas consideraciones que tener en cuenta.
Primero, la producción de hidrógeno verde es actualmente bastante costosa. Según el Consejo de Hidrógeno, el costo de producción de hidrógeno verde es actualmente de entre 2.50 y 6.00 dólares por kilogramo, en comparación con solo 1.50 dólares por kilogramo para el hidrógeno “gris”, que se produce en refinerías de combustibles a base de gas natural. El hidrógeno gris tiene un primo, el hidrogeno azul, que es cuando se usan tecnologías de captura de carbono en el proceso de producción de hidrógeno gris. Todos estos colores usados para describir un gas transparente e inoloro solo confunden más al mundo.
Sin embargo, lo más importante para la consideración si en realidad es una solución energética, es el comprender como se puede utilizar el hidrógeno de maneras prácticas. En su forma más pura, puede ser utilizado en celdas para producir electricidad. Estas celdas se utilizan en algunos vehículos eléctricos y en aplicaciones estacionarias para generar electricidad. El hidrógeno también puede ser quemado directamente en un motor de combustión interna, de manera similar a la gasolina.
Aunque el hidrógeno verde no emite CO2 durante su producción o uso, el verdadero reto está en almacenarlo y transportarlo, de manera segura y eficiente.
El hidrógeno se almacena y transporta ya sea como gas comprimido o como líquido criogénico. También se están investigando otras formas de almacenamiento, como los hidruros metálicos y los materiales porosos, pero estos aún no se utilizan ampliamente. Sin embargo, al ser un gas inflamable puede ser peligroso, más aún cuando comprimido. Si no se maneja correctamente hay riesgos de que la descompresión o fuga causen explosiones violentas.
Entonces, ¿es el hidrógeno verde la respuesta a nuestros problemas energéticos? La respuesta, como suele ser el caso con estas cosas, es “depende”. Si podemos encontrar formas de producir hidrógeno verde de manera más eficiente y económica, y si podemos desarrollar infraestructuras para su almacenamiento y transporte seguros, entonces sí, el hidrógeno verde podría jugar un papel importante en nuestro futuro energético. Pero hasta que eso suceda, el hidrógeno verde seguirá siendo más una promesa que una realidad, y una colorida fuente de confusión para el público.