Los desafíos actuales deben ser la guerra y la lucha contra la pobreza, la miseria, la defensa del planeta frente a su destrucción, el calentamiento global y el cambio climático, la generación de empleo productivo, la paz, la tolerancia, el buen vivir con armonía, el respeto mutuo de todos, incluido a quienes en democracia tienen derecho a la crítica y a disentir.
Estos retos chocan en este mundo de convulsiones y confrontaciones, que da más réditos en la vida política que cualquier otro oficio. Con el poder y la propaganda se impone todo en medio del desconocimiento de los hechos y la falta de interés ciudadano. Con tal de contar con recursos y el asistencialismo del Estado, no importa lo que suceda en el entorno. Esto no es nuevo en el mundo y no existe ningún invento, debido a los bajos niveles de educación e información. Se repite la historia, aunque en varias partes del mundo ha terminado en forma desastrosa con violencia interna.
Unos dan la guerra a todos quienes se cruzan en el camino y disienten y otros son guerreros de la esperanza por sobrevivir. Cuánto desgaste y cuánto tiempo en buscar la destrucción, en lugar de construir una sociedad responsable, que enseñe a pescar y ser productivo en lugar del asistencialismo y la entrega del pescado; ofrecer con el ejemplo la paz, el desarrollo productivo y la generación de nuevas fuentes de empleo, con seguridad.
Solo aquellos que enfrentan los riesgos de la vida pueden dar testimonio de lo que implica esto. La Fundación de jóvenes contra el cáncer lucha por ayudar no solo a los chicos y chicas sino a todos los que padecen este mal en sus diversas manifestaciones.
Basta escuchar los testimonios de los jóvenes que luchan contra el cáncer para conmoverse y pensar en lo positivo de la vida. De qué sirve tener tanto dinero y tanto poder, que es pasajero y no eterno, cuando las cosas materiales se extinguen. No perder el tiempo en forma estéril en la lucha material cuando existen otros grandes objetivos que enseñan lo bueno. Nadie tiene garantizada la vida como lastimosamente le sucediera al destacado joven futbolista ecuatoriano, “Chucho” Benítez, mientras otros pelean por tonterías y gastan esfuerzos que servirían para desafíos más sublimes.
Los jóvenes que luchan contra el cáncer constituyen unos gladiadores de esperanza, de ejemplo para todos, que enseñan lo que es amar y respetar la vida. Imprimen huellas que inspiran al resto a vivir el presente con mesura y responsabilidad pero con intensidad; a ser mejores seres humanos y a no enseñar y guiar con odio y persecución. Jóvenes que no se han derrotado con una enfermedad incurable todavía, sino que al contrario se volvieron más alegres, que valoran la vida, que dictan charlas, que alientan a otros enfermos y enfrentan con fe a la adversidad. Verdaderos ejemplos de vida.