Uno por uno, uno. Dos por dos, cuatro. Cuatro por cuatro dieciséis…y si seguimos, trillones de trillones no son el final….”The sky is not the limit” Así es y así estamos… Nos hemos convertido en tablas de multiplicar ambulantes …. y si no, aprendemos a restar, pues al Más allá vía express… y lo más seguro es que caigamos a la paila por ser culpables de esta multiplicación infinita… No vale llegar con carita de yo-no-fui donde San Pedro, el pescador barbudo que tiene el llavero de la felicidad y que nos abra la puerta… Somos responsables de las vidas nuestras y de las ajenas… de no arrastrarlas en esta carrera demencial que ha desbocado, la Parca…!
Es el momento de obedecer Gústenos o no. Libertad es la capacidad de escoger y es nuestra obligación escoger la obediencia y pensar en los demás, pensar en nosotros mismos, como granitos de arena solitarios pero definitivos en la formación del universo …uno más uno más uno… No es la multiplicación caótica sino la unión.
Si no obedezco, multiplico. Si obedezco soy unión…Así de simple. Así de complejo…Confieso que me cuesta trabajo…s iempre he sido “yo-me-mando “y me gusta ser transgresora y saltarme las vallas… No sé. No es una virtud, pero acepto que así soy. Aprendí a base de terapias, a bajar la cabeza, y a reconocer que me estaba yendo al pozo sin fondo y arrastrando a mis seres queridos… No fue fácil… pero lo aprendí…
La humildad y la obediencia, esos, dos intangibles que no se adquieren en los supermercados ni se cotizan en la bolsa, me salvaron de la autodestrucción y del infierno emocional. El solo por hoy me entregó las herramientas. Aprendí a usarlas. Las uso en estos días, con más convicción y disciplina. Así me cueste y me den arrebatos de rabia…Respiro hondo y agradezco ver un nuevo amanecer, comunicarme con mis hijos y nietos, con mis amistades, tener la oportunidad de leer, de estar conmigo misma y ser mi amiga… Pienso en esos miles de seres que han tenido que morir solos, aislados y entubados, víctimas inocentes de la pandemia microscópica que no vemos pero que nos mata…
Muchos de ellos contagiados sin saber, víctimas de la multiplicación maldita, de la desobediencia soberbia… un segundo de contacto basto para caer heridos de muerte… No lo sabían… no, lo sabrán jamás. Hasta el momento no se si soy portadora asintomática… como todos los que todavía “estamos a salvo” …No me puedo permitir ese crimen silencioso de salir pasar el virus… O que me lo, pasen…
La obediencia no nos hará inmortales…
Todos y cada uno tendremos un final de viaje… pero no podemos llevarnos a los demás, como esos carros fantasmas que atropellan y se dan a la fuga… como, esos sicarios que disparan la ráfaga y desaparecen…
Esta ráfaga está ahora acechando un abrazo… un apretón de manos, un estornudo casual… No va en moto… no selecciona…no es Hiroshima… es universal y silenciosa…no se tiene que hundir el botón…ya lo hundimos nosotros mismos…