Geopolítica del narcotráfico

En preparación de la 43 Asamblea General de la OEA el próximo mes, bajo el tema "Por una política integral de lucha contra las drogas en las Américas", la Sociedad Civil presentó tres recomendaciones como desafíos a la salud, a la seguridad pública y a la democracia y acceso a la justicia.

En el fondo son un remozamiento de lo que la Comisión Latinoamericana de la Democracia y la Droga CLDD, presidida por el expresidente Fernando H. Cardoso, lo hiciera en 2009, con la particular diferencia de que esta comisión fue más certera en afirmar la necesidad de reprimir al narcotráfico y no solamente mirar al problema como un desafío para la seguridad pública.

La diferenciación entre el enfoque de seguridad pública y el de represión del narcotráfico, no es un asunto simplemente de semántica, sino algo de gran significación que tiene que ver no solo con el uso de drogas ilícitas, que sin duda afectan a la integridad y comportamiento de las personas y del colectivo social, con grave incidencia en la violencia, por lo que debe ser tratado como un problema de salud y de seguridad pública. Pero afirmar que hay que "recuperar la presencia del Estado en las zonas de frontera y socio-económicamente deprimidas con un enfoque de inclusión y desarrollo y no de seguridad nacional", marca una gran diferencia porque torna a los conceptos de desarrollo social, seguridad pública y de seguridad nacional excluyentes entre sí.

Llamar guerra contra la droga fue un error, porque presupone vencedores y vencidos y encausa en un juego suma cero a consumidores y productores, desconociendo la realidad del problema hemisférico que debería ser visto con enfoque de "glocalización", para tomar una expresión de Ulrich Beck, pensar globalmente y actual localmente, como pretendía la Estrategia Hemisférica sobre drogas 2011- 2015.

Globalmente significa ver en la real dimensión al narcotráfico, como un factor geopolítico de amenaza a los Estados, que sin militarizar el problema hay que enfrentar a actividades empresariales ilegales globalizadas llevadas a efecto por poderíos reticulares multinacionales, con capacidad de dirección de todo el ciclo de la droga desde la producción hasta el lavado de las utilidades; para lo cual controlan espacios territoriales, con bandas criminales y aun subversivas en algunos países. Utilizan corredores transfronterizos, controlan espacios territoriales, usan alta tecnología en tierra, mar y aire para el procesamiento en laboratorios clandestinos, para el transporte en submarinos, y para burlar los sistemas de vigilancia aérea.

Hace un año expresé en una columna de EL COMERCIO, acerca del narcotráfico, que "solo revive la tragedia de Sísifo, se resucita el dilema de la oferta-demanda y redescubre por enésima vez que la droga es un problema de salud. Candidez que debe motivar hilaridad en las redes del crimen organizado transnacional".

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