No, pedir disculpas no es suficiente.
Tony Blair, ex primer ministro del Reino Unido, miembro del tristemente célebre trio de las Azores que lanzó la sangrienta e inmoral invasión a Irak en 2003, junto con Bush Jr. y Aznar, se ha visto en la humillante situación de pedir disculpas al pueblo británico por haber coparticipado en esta aventura bélica que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a la humanidad.
El informe preparado por la comisión presidida por John Chilcot, creada por el primer ministro laborista Gordon Brown, después de más de siete años de investigación, se ha hecho público hace unos días con graves acusaciones a Blair y, por extensión, a sus colegas de EEUU y España. Las conclusiones son devastadoras: no se contaba con suficientes pruebas para asegurar que Hussein poseía armas de destrucción masiva y, por tanto, no era una amenaza, que la guerra no era el último recurso ya que aún había espacio de negociación, que la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU era indispensable para aplicar la fuerza y que el sustento jurídico para atacar estaba “lejos de ser satisfactorio”. En definitiva, que la guerra fue innecesaria y basada en falsedades.
Al pedir disculpas, Blair ha reconocido que la información que recibió fue errónea, que las acciones bélicas fueron mal planificadas y que no se imaginó lo que vendría después de la invasión. Limitadas explicaciones frente a tanta muerte y destrucción. Y ha añadido, junto con Bush Jr. hace algunos meses, que ¡el mundo es mejor y más seguro sin Hussein!. Nada de eso, por el contrario, buena parte del terror en que vivimos se debe a esta criminal decisión impulsada por el presidente de Estados Unidos y sus homólogos del Reino Unido y de España. El informe Chilcot afirma que el ISIS pudo haber surgido como resultado de esta guerra.
Además, y sin exagerar, fue un puntillazo casi final contra la ya debilitada ONU que se ha vuelto incapaz de velar por su principal objetivo: la paz y la seguridad del mundo. La fuerza y los intereses se impusieron a la razón y surgió la perversa doctrina de la guerra preventiva. Esto es no me defiendo sino ataco primero por presunciones de riesgo. Ecuador fue víctima de esta doctrina, llamada también con ironía “agresión positiva”, en Angostura aplicada por Uribe, aliado incondicional de Bush Jr.
Ha quedado probado que este episodio que cobró centenares de miles de víctimas, en el que se torturó sin piedad y que destruyó pueblos y campos se basó en una gran mentira y con un solo propósito, recogido en una sola palabra por Alan Greenspan, legendario presidente republicanode la FED en sus Memorias: petróleo.
Las disculpas de Blair, que ni Bush Jr. ni Aznar han ofrecido, no son suficientes. ¡Debe haber sanciones!