Lo que sigue es noticia de todos los días en la prensa ecuatoriana: “La Policía informó que entre enero y julio ha capturado 11,3 toneladas de droga”.
Todos sabemos que la Policía captura sólo una pequeña parte de las verdaderas exportaciones. Al país de destino llega hasta diez veces más que lo que se captura. Considerando que los Estados Unidos es el mayor consumidor mundial, llama la atención que la prensa gringa no reporte captura alguna, a pesar de que la distribución es una operación más compleja que la producción: un embarque, por ejemplo, de 10 toneladas de cocaína hay que trasvasarle a 5 millones de sobrecitos de 2 gramos. Me pregunto ¿dónde se lleva a cabo esa operación? ¿Quiénes lo hacen? ¿Quién controla? Lo cierto es que la famosa guerra norteamericana contra las drogas es un fracaso gigantesco: el número de consumidores sigue siendo el mismo de siempre y el combate está infestado por la corrupción. Eso lo dicen dos informes de respetable categoría, que acaban de ser publicados: el primero por la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia liderada por los ex presidentes César Gaviria de Colombia, Ernesto Zedillo de México y Fernando Henrique Cardoso de Brasil y el otro el Reporte sobre la Guerra contra las Drogas de los Estados Unidos, por el ex secretario general de la ONU, Kofi Anan, el ex secretario de Estado George Schultz y el ex presidente de la Reserva Federal, Paúl Volker. Ambos documentos llegan a las mismas conclusiones: las políticas prohibicionistas basadas en la erradicación de la producción y el combate a los canales de comercialización, así como la criminalización del consumo, han sido un fracaso total. Por ello recomiendan romper el tabú de que con la fuerza y la represión se logran resultados. Hay que establecer un nuevo paradigma tratando el tema como un problema de salud pública, descriminalizando el consumo, cambiando el estatus de los adictos, de compradores de drogas en el mercado ilegal, a pacientes cuidados por el sistema público de salud a los que se les provee cuidadosamente de drogas ayudándolos a dejarlas de lado con asistencia médica y psicológica. Proponen sacarlos del mercado del narcotráfico bajando la demanda y reduciendo el consumo en general y sugieren establecer verdaderas campañas de información, educación y prevención. Recomiendan mantener la fuerza policial y militar exclusivamente para eliminar las bandas de crimen organizado. Es hora que debatamos este cambio de paradigma. Toda la sociedad ecuatoriana está sufriendo las consecuencias de la violencia promovida fundamentalmente por los carteles de la droga que han venido a establecer su sucursal en el país. Enfrentar está dura realidad es una obligación de todos nosotros.