Con la folclorización se vuelve estereotipo una expresión cultural o modo de ser y se limita otras expresiones culturales. Se reduce la cultura a ese folclor. Pero los humanos creamos cultura con objetos, maneras de enfrentar los desafíos, de relacionarnos o en tantas expresiones de nuestra vida colectiva, a más de la pintura, literatura, música, etc.
Por ello hay que rever la mentalidad de la simple conservación del arte, que lleva a su folclorización. A veces en Ecuador se creería que no hay otra cultura que la indígena y en contraste la “gringuicización”. ¿Y las otras expresiones culturales? La idea loable de la protección para la continuidad cultural, puede empobrecer las culturas, crea encierro, cuando para afirmarse deben innovar y la “globalización”. La continuidad debe ganar a los jóvenes que mañana serán mayoría, harán la sociedad, quienes al no tener una cultura atrayente ahora preferirán la simple modernidad importada, la “gringuicización”.
Urgen espacios para la expresión cultural en todos los planes. Pero no es solo tarea del Estado, sino de la sociedad, para que haga suyo el gusto de expresarse. Favorecer la creatividad e innovación debe acompañarse de la apropiación de lo nuevo por todos, porque gusta, atrae, enorgullece. En Eastman, un pueblito de Quebec (Canadá), la gente en el bosque crea escenarios que evocan un cuento, una novela o una poesía, con objetos simples; un árbol caído convertido en libélula con alas que coloridos hilos dan forma. La imaginación de pequeños y grandes vuela figurándose la historia.
Eastman partió de cero, de la voluntad de sacar del letargo a un pueblo ignorado. Se invitó a escritores a conversar con la gente en las casas de sus habitantes. Arreglaron sus casas, pusieron mesas y sillas, flores y colores; recibieron visitas de todas partes, llamaron la atención. Ahora, con los escenarios en el bosque, varios se interesan en leer, ver, oír, escribir, hay creadores en ciernes unos, consumidores de cultura otros. Cada casa quiere ser un centro cultural de cualquier arte.
La meta primera no fue la cultura de la élite sino la que hacen los vecinos. Es ambiente propicio para que la innovación y los artistas se multipliquen, tengan consumidores de su arte. La actividad compartida da un sentimiento de pertenecer a una comunidad de interés, activa. Crea nexos entre las personas, se sienten parte de un acto colectivo que gusta y enorgullece, ayuda a su afirmación. La cultura permite construir sociedad, darle sentido e integrar a su gente.
El arte así tiene diversas modalidades de promoción y valoración, no se reduce a la idea del artista como un ser iluminado. Al valorizar las culturas se crea demanda para su innovación, lo cual requiere también de estos pasos simples para crear una cultura popular, por interesarnos, descubrirnos o innovar con pasos de cada cual.