Laconducta irresponsable pasa factura más temprano que tarde. Sea privada o pública. Es lo que está pasando en el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
Más de una voz previno lo que pasaría cuando, irresponsablemente, se reformó la ley para eliminar el aporte obligatorio del 40% que el Estado debía hacer anualmente para financiar los fondos de pensiones, que son las reservas que se van formando para atender el pago a los jubilados, que después de trabajar toda su vida, viven, con las justas, de esas pensiones.
El argumento de que el IESS tenía liquidez y no requería de ese aporte, ponía de lado el principio fundamental de la necesidad de que existan recursos que permitan hacer inversiones que constituyan un Fondo permanente y creciente, única manera de asegurar el pago a esos jubilados que no tienen otro ingreso para vivir.
Más de una voz previno lo que pasaría cuando se desconoció la deuda que el Estado tiene con el IESS, con lo que más de
1 700 millones de dólares dejaron de ingresar a sus cuentas y cuando también arbitraria e irresponsablemente se trasladaron recursos del Fondo de Pensiones para incrementar el de Salud, desfinanciado por el incremento aluvional de personas con derecho a ser atendidas, incorporadas sin el financiamiento necesario. Ahora, el IESS tomará de sus ahorros, desinvirtiendo, 1 588 millones de dólares en el año 2016, que es el 50% de lo que se requiere, y se descapitalizará vendiendo bienes por 150 millones, para atender las pensiones de jubilación.
La disminución del monto ahorrado, de seguir el ritmo que tendrá el 2016, terminará por liquidar el Fondo de Pensiones a cortísimo plazo, incrementando el déficit actuarial establecido en innumerables informes. Cuando se tomaron las medidas que merman sus ingresos, se dijo que existían informes actuariales que lo justificaban, informes que nunca se han publicado, porque es imposible que de la noche a la mañana, el déficit se haya convertido en superávit.
El desfinanciamiento de los Fondos de Pensiones ha ocasionado más de un problema a la economía de muchos países, llevándolos al borde del colapso, como sucedió en Uruguay, hace muchos años. Es el dolor de cabeza permanente en varios países europeos, con economías más sólidas que la ecuatoriana. Terminan afectando a los afiliados, imponiéndoles más aportes y aumentando los años requeridos para su jubilación.
Perjudicando, en definitiva, a las personas que a su vejez, sin posibilidades de trabajar, más necesidad de protección vital tienen.
Lo que está pasando en Ecuador en esta materia marca un muy mal comienzo de año. Es grave de gravedad absoluta. La irresponsabilidad con que se ha actuado está pasando factura antes de lo que nadie había imaginado. A mediano plazo tendrá consecuencias desastrosas en la economía en su conjunto. Y los que así están procediendo no tendrán perdón de las futuras generaciones.