Seguro está harto de escuchar COVID y pandemia. Está tan cansado que dejó de usar cubrebocas y ya le importa poco contagiarse o contagiar. Si considera este texto, quizás se cuide más y se queje menos. Mire lo que sucede con los profesionales de la salud, esos que hace poco le salvaron la vida o este instante se ocupan de usted o de sus familiares.
Ellos están el doble de hartos y exhaustos, pues siguen lidiando con personas que llegan a los hospitales por COVID, provocando presiones que restan tiempo y espacio a la atención de otros enfermos. En toda América Latina los casos van en ascenso y por eso la OPS instó hace poco a mantener el uso de la mascarilla.
Médicos, enfermeras, auxiliares y otros trabajadores de la salud llegan desgastados a la ola de la pandemia que nuevamente nos azota. Algunos trabajan más de 100 horas a la semana y tienen jornadas de 32 seguidas por 12 de descanso. Además, sobre todo los más jóvenes o en formación, ganan muy poco.
¿No que los trabajadores de la salud eran sus héroes? Lo demostraron en los más duros momento de la pandemia. Si le importan, –ojalá sea así, pues ellos curan y salvan vidas— reconózcalos y apóyelos.
Muchos están desgastados y con el peligro de sufrir estados de agotamiento conocidos en la jerga médica como “burnout”, un quiebre físico y mental que puede desembocar en suicidio. Trabajar así provoca errores médicos graves.
Más de 115 000 trabajadores de salud murieron por COVID entre enero de 2020 y mayo de 2021, la mayoría en América Latina. Claramente los líderes del sector fracasaron en su tarea esencial de cuidar a los cuidadores.
Nos quejamos de recibir maltrato de los trabajadores de la salud. Será difícil cambiar eso si ellos laboran presionados al máximo, con mal salario, jefes que no les reconocen y sin capacitación para lidiar con el estrés.
Apoyemos al personal de salud. Tienen razón al demandar jornadas laborales racionales y más salario. Contribuya usted, querido lector: por lo menos use otra vez mascarilla, cuídese