“14 Presidentes en 40 años de democracia”, nos recuerda EL COMERCIO en su edición de 10 de agosto de 2019. Cada vez hay más ciudadanos que acuden a las urnas, a tal punto que su crecimiento equivale a más de cinco veces a escala nacional”
El número 14 se cuenta desde 1979, cuando arribó el Jefe de Estado Jaime Roldós.
En el Ecuador actual aparecen los primeros signos de elecciones populares para eliminar o restringir al Consejo de Participación; y, luego, las presidenciales. ¿Surgirán, acaso caudillos de agrupaciones político-electorales nuevas? El caudillismo solo causa daño: el de Venezuela, con Maduro que aseguraba recibir consejos del finado Chávez, a través de un pajarito; y, en el extremo, el principiante ecuatoriano Sacerdote Tuárez, quien, supuestamente, recibió mensajes de Dios.
“En 150 años de vida republicana, hubo 23 gobiernos de facto”, recuerda el valioso Historiador señor Eduardo Muñoz Borrero, en su libro “En el Palacio de Carondelet”. El caudillismo trajo efectos que la Historia los registra con pesar. En 1931 con votación elevada, la ciudadanía eligió Presidente al señor Neptalí Bonifaz. No tardaron en convencer que, cuando estuvo en Europa, en su “despreocupada juventud” había manifestado que es peruano. Este fue el punto de partida para una guerra de opositores y partidarios que costó a Quito dos mil muertos, ya que intervinieron además de civiles, oficialidad del Ejército enfrentándose a la tropa. En aquel entonces la ciudad tenía pocos habitantes.
La Historia recuerda la tragedia del 15 de noviembre de 1922 cuando se produjo huelga general de trabajadores en Guayaquil y el gobierno respondió con una verdadera masacre. Cabe recordar la novela “Las Cruces sobre el Agua”, de Joaquín Gallegos Lara, que muestra un lado de la medalla; y el libro “La Semana Trágica de Guayaquil” del General Marcos Gándara Enríquez, explicando la actuación de los militares.
En 1925 se produjo la Revolución Juliana, que condenó básicamente al caudillismo, pero comenzó una época con lluvia de 14 Presidentes, comenzando por el Dr. Isidro Ayora hasta el Presidente Andrés F. Córdova.
La inestabilidad de gobiernos es una pésima costumbre en nuestro país.
El caudillismo, sin la preponderancia de antaño continúa palpitando en la entraña cívica de muchos ecuatorianos. En campaña electoral, algunos preguntan: ¿Cuál es el hombre? Pocos o nadie habla de derecha o de izquierda como doctrinas; no tienen interés de incorporarse a tal o cual partido. En lugar de esas organizaciones que no han respondido a la confianza del público, surgen cada vez más y más movimientos, con pocas personas, con lo cual las listas de candidatos proliferan y todo cívicamente se atomiza. Con defectos y falencias, la democracia es mejor que la dictadura. Hay que evitar los caudillismos.