A tiempo de concluir este artículo, a ser enviado con la antelación debida, de acuerdo a los datos suministrados por el CNE, el 94,5% de los votos han sido escrutados y son décimas las que le faltan a Lenín Moreno para llegar a la Presidencia en la primera vuelta. Con la posibilidad, desde luego, que Guillermo Lasso acorte la distancia y no se llegue al 10% de diferencia, con lo cual el balotaje es mandatorio.
En esas nos hallamos. Cada vez más tensos por la lentitud con la que el CNE se ha propuesto ofrecernos los resultados finales. Pendientes de muy poco en unas elecciones tan cruciales como que de sus resultados depende que en los 4 años venideros se impongan visiones totalmente diferentes en cuanto a gestión pública. Para los unos, continuar con rectificaciones las políticas impuestas durante los últimos 10 años; para los otros, volver a un pasado en verdad venturoso, pero para unos pocos.
Como todo articulista de opinión, el que suscribe responde a lo que han sido sus experiencias, tiene conocimientos sobre un tema, al cual le asigna prioridad. Sobre tales bases se manifiesta, opina, independientemente de toda consideración que no sea su verdad, sin pontificar. En mi caso, he sido profesor universitario por casi 50 años y conozco de primera mano lo que significaba hacer investigación científica en un país como el nuestro. De ahí que en esta columna he ponderado el cambio que en educación pública nos ha significado la obra del actual Gobierno. Se acabaron los paros de la UNE. Eliminación de uno de esos instrumentos de dominación colonial: las escuelas unidocentes para indios. Contamos con un Sistema Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. Adiós al libre ingreso a las universidades. Al tacho de basura las universidades de garaje. Miles de becas para los mejores estudiantes. Asignaciones extrapresupuestarias para fomentar la investigación científica en los centros de educación superior, comenzando por el equipamiento de los laboratorios de ciencias básicas. Y así, jóvenes investigadores ecuatorianos presentándose en eventos internacionales con los resultados de sus investigaciones. Pocos son 10 años para que terminemos por salir del pantano del subdesarrollo científico en el que nos hallábamos. Sueños realizados, unos tantos. Otros desproporcionados, imposibles por hoy: Yachay. Olvidos: la formación de tecnólogos bien preparados en universidades técnicas.
En contraparte: desaparición de la Secretaria Nacional de Educación Superior, Ciencia y Tecnología; libre ingreso a las universidades (con el 50% de deserción estudiantil); autonomía universitaria, como la que gozaba la Universidad Cooperativa de Colombia que fue clausurada hace más de 10 años. ¡Volver a lo de antes!
Independencia de la Justicia y acabar con la corrupción, imperativos. Gane quien gane.